miércoles, 4 de agosto de 2010

Capítulo once

una calle antes de llegar al Charlestown Beth giró. Me quedé muy extrañada, no era de las que se solían saltar las clases.

- ¿Donde va?

- Pff- bufó Kristine.

- ¿Qué pasa?

- Joder hermana, no me dejas hacer el jodido peta, joder- No esperaba esa respuesta, pero era Kristine siempre me sorprendia con sus 'joder, hermana' o algo relaiconado con droga- ¡JODER! puto viento, joder. ¿Lo haces aposta, verdad?- levantó la mirada y el puño hacia el cielo en forma de queja- pues te vas a comer una jodida...

- ¡Kristine, vamos!

Beth siguió esa misma calle a la izquierda y después a la derecha. Pude ver como Beth- la cual iba sin mochila, ni uniforme, dando a entender que no iba a pisar el Charlestown- al llegar a la calle Mcnufly se paró junto a una farola que estaba cerca de un banco.

- Joder hermana, ya no llegamos a clase, joder. Si lo llego a saber me traigo más papel y un jodido fogón, joder!

- Chs, calla- susurré en voz baja.

Vimos como se sentó en el banco, como si estubiese esperando a alguien.. ¿quizás Piqué? De repente comenzó a sonar por todo lo alto el tono de 'Don't trust me' que tenía como llamada en mi movil.

- ¿Si?- me apresuré a contestar antes de que Beth se percatara de quee estábamos ahí. No ponía quien era, ese número no estaba en mi lista de contactos- ¿Quién es?

- ...]

- Eh, pues.. ¡se me ha olvidado... ehm.. un libro!- mentí.

- ...]

- No, ya no- dí por hecho.

- ...]

Colgué y volví a guardarme el móvil en el bolsillo.

- Kristine, me tengo que ir.

- Vale- hizo un gesto de indiferencia con la cabeza y hombros- Chs, espera- susurró cuando ya me había dado la vuelta para irme- ¿tienes un jodido mechero?

- No

- Puess.. jooooder.

Salí de aquella calle, donde Kristine se quedó 'investigando' que hacía Beth en aquella calle, a aquellas horas. Aunque sinceramente creo que no le hizo ningun caso, ya que estaba más ocupada buscando un mechero.

En menos de cinco minutos llegué a la puerta del Charlestown. Todo el mundo estaba en clase y un gran silencio reinaba la puerta, y el edificio en conjunto, excepto por algunos gritos que provenian de aulas donde no había profesor de guardia, o el profesor había salido.

- ¿Sergy?- pregunté anonadada.

- ¿Esperabas a otra persona?

- Pensaba que tú...

- Cesc, ¿verdad?- me cortó; bajé la cabeza avergonzada.

- Has caido en la trampa, idiota- concluyó, se giró y me dejó allí total e irremediablemente humillada.

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