Lunes por la mañana: 7:48 am.
Salí de casa. Kristine no me pitó al timbre, supuse que se habría quedado dormida, o quizás no quería sufrir aquel dia, o quizás no verle la puta cara a esa, o lo más probable; que tuviera demasiada resaca para levantarse.
Llegué a los escasos diez minutos o así al Charlestown, fui andando como si pisara huevos. Al llegar ví como había un gran alboroto en uno de los césped de alrededor. Me llamó la curiosidad y decidí ir a ver que pasaba. Tras escurrirme como una culebrilla conseguí llegar al centro.
- ¡¡Cesc!! ¡Guapoo! No te vayas- gritaban algunas histéricas como si de un famoso se tratase.
Otras, sin embargo susurraban;
- ¡Que le ha pasado en la cara!
Inquietada por los comentarios me fijé en su cara; tenía un ojo hinchado. Seguía dando besos y abrazos a todo el sector femenino del Charlestown y palmadas y palabras de apollo los chicos a él.
En un momento que se giró para besar a otra niñata, nuestras miradas se cruzaron; para mí el tiempo se paró, para él; como si hubiera visto un fantasma. Como justo hace unos días, no existía.
Me extrañó mucho no ver a Gerard con él. Tampoco ví a Beth, ni me interesaba verla.
Cuando me dirigía una vez más como cada Lunes al aula de Biología caí al suelo de culo, si, bastante patético, como yo.
- ¡Ay!- Joder, podías mirar por donde vas o qué. Tot el món és gilipollas- ésto último no lo entendí, Gerard me daba miedo, era demasiado imponente. Ni siquiera me miró.
- ¿Gerard?- pregunté aturdida aún en el suelo.
- Joder! Mira Abby, no tengo tiempo para tus rollos, ya tengo suficiente..
Terminó de bajar el último par de escaleras, y salió por la puerta principal.
- Ge.. Gerard- susurré confusa.
¿Qué le pasaba a la gente ese día?
Cuando conseguí levantarme del suelo y sacudirme un poco la ropa y alisarla, me dispuse a subir las escaleras por fin, llegaba tarde, el profesor me iba a echar una buena bronca.
Entonces ví a Elizabeth bajando las escaleras lentamente abrazando una carpeta, yo me quedé allí inmovil, cuando solo le quedaban un par de escalones para llegar donde yo estaba alguien se entrometió.
- TÚ, COMO TE VEA QUE LE TOCAS UN PELO O ASPIRAS EL AIRE DE MI- recalcó esto último, era la única vez que había visto a Mary Jones enfadada de verdad, defendiendo con uñas y dientes a su novio Gerard Piqué Bernabéu- NOVIO, da por hecho que tu vida en Boston será lo peor que vas a vivir, lo peor-repitió- lo juro. No me vas a quitar lo que tengo desde hace tanto tiempo. No voy a permitir que una zorra como tú, de tu calaña eche TODO a perder- finalizó diciendo y se dió media vuelta, seguida por su séquito de repelentes.
El silencio reinó la sala, y cuando parecía que todo se iba a quedar así, Mary con humos, Beth humillada y yo.. yo... empanada.
- Eh, oye- dijo Beth antes de que Mary saliese por la puerta del pasillo, ella y sus amigas se giraron sorprendidas hacia Beth- Si yo soy zorra, ¿tú que eres? Porque ni cobras ni lo haces bien, monada- le guiñó un ojo- solo hay que ver la cara de satisfacción de Gerard... Ah, y aprende a andar con tacones y luego me hablas-echó a reir- además- justo en ese momento Gerard volvió a entrar por la puerta, pero Beth no se percató ya que estaba a espaldas de ella- tu novio me da A-S-C-O-deletreó escupiendo cada letra- me repele, osea.. es que.. ¡como si se muere!- rió nerviosamente- y mira quiero que le digas a tu novio de mi parte qu-..
- Qué- Gerard desde la puerta principal de pie apollado en ésta y los brzos cruzados se hizo notar, atrayendo así las miradas de todos los presentes. Beth no se atrevió a girarse para mirarle- Vamos, dilo- sonaba muy enfadado.
Pude ver como aspiró aire de una gran bocanada y se giró enfrentándose a los imponentes ojos azules del rubio español.
- Vamos, Elizabeth Anderson, habla- dijo sin dejar él de mirarle a los ojos.
- ¡ Eso, eso, puta, vamos, vamos!- echó mierda Mary riendo junto a sus estúpidas amigas.
- Mary, ¡CALLATE!- Gerard perdió la postura que antes tenía y comenzó a cambiarle la cara, tanto que era irreconocible, podia ver la ira en sus ojos con los que miraba hacia Beth apenas sin parpadear- ELIZABETH- llamó la atención de ésta.
- ...- ella, supuse que por miedo no quería hablarle, aunque no me terminaba de encajar.
- Elizabeth, ¿quieres hablar de una puta vez?- se acercó hasta donde ella estaba- yo estaba a pocos centímetros de ellos y pude ver todo detalle a detalle como Gerard aparentemente como una furia le cojió a ambos lados de la cara sujetándole. Nadie dijo nada, Mary y sus amigas reían, y yo solo observaba, estaba completamente en shock.
- Ay- dijo en un inaudible susurro- me.. haces daño- su voz se quebró.
- Que te ca- ¡OS QUERÉIS IR TODOS DE AQUI!?- miró hacia nosotros, di un paso atrás y por los ruidos de los tacones ellas salieron corriendo, su cara se... no puedo explicarlo, pero sentí miedo.
- Ge.. Gerard.. suéltame- parecía que en cualquier momento iba a echar a llorar, suplicó. Éste le cojió por las muñecas y se la llevó de allí, yendo para la parte norte del Charlestown.
- Beth..- susurré.
- Ay..- casi dijo en un susurro.
- Vamos- Kristine que apareció de la nada, dijo llevándome tras ellos por la muñeca.
- ¡Me negarás eso!- ella con la cara más inocente consiguió conmover al joven.
- Bueno, bueno... vale- sonrió pasando su mano por la cara de ella mientras andaban.
- Oh, creo que soy afortunada de tenerte para siempre, principito!
- O quizás sea yo el afortunado.
- Mmm.. me encanta este helado, ¿qué decías que era?
- Huevo Kinder y vainilla- él no dejaba de mirarla- encantado, ¿verdad?
- Sii!- contestaba ella sin dejar de lamer el helado, quedándosele así marcas del helado en la comisura.
- Como tú- sonrió y se acercó a ella limpiándole esas marcas y besándola apasionadamente.
Se acercaban a un parque que había cerca de donde ellos estaban, era familiar; tranquilo. Solían ir también parejas, hacer picnics, era apacible y sobretodo bonito.
- Ven, sentémosnos- cojió el chico a la chica de la muñeca delicadamente- Verás... te he escrito algo porque sé que te encanta... eso de que haga deporte mental, y aunque lo me de corte lo comparta- El joven sacó de su bolsillo un papel doblado, pero intacto y lo posó en la mano de ella.
Ésta lo abrió y se quedó callada, a los pocos segundos; comenzó a leerlo en voz alta.
- ¡no!- protestó el sonrojado, ella rió e hizo caso omiso.
" Nunca usé un antifaz, desde las primeras palabras a los primeros besos he sido tal y como soy... y creo que llegó el momento; va a comenzar la única justa de las batallas: sacar esto adelante. Un verdadero tú y yo, un siempre de verdad, no quiero que seamos unos hipócritas porque tú me conoces, sabes lo que quiero y lo que no, lo que soy y lo que no soy, lo que me afecta y lo que no... Me has salvado de la tristeza, de la pena, me has dado fuerzas de flaqueza en este feo mundo que ha perdido la cabeza. ¿Sabes? No hay medisina, doctrina o disciplina, no hay aspirina para el amor que se amotina. Y la verdad es que tengo la espina de tu cuerpo en mi retina. Sabes que soy tuyo y no puedo decirte todo lo que te quiero en veinte frases.
Ella asombrada alzó la mirada para observarle, él permanecía allí; sentado con las piernas dobladas y sonrojado como un tomate.
- Dios... esto es..- No podía vocalizar, las palabras no le salían y su única forma de expresar la emoción que le causó aquel simple papel fue a través de lágrimas.
- No llores, por favor, petite- apoyó sus dedos en la barbilla de ella y la levantó pudiendo ver sus grandes ojos llorar.
- Es lo más bonito que me han dicho nunca.. y creo que lo será...- dijo entre sollozos.
- Vamos, vamos- intentó calmarla pasándole el dedo índice bajo el ojo impidiendo así que derramara más lágrimas.
- Eres demasiado bueno... a veces pienso que tú no eres tú..
- Tú tampoco eres lo que pareces, las apariencias engañan- contestó él- petite- añadió.
- Me encanta que me llames así, no dejes de hacerlo nunca.
- Sonrío cada vez que lo recuerdo, y creeme, es muy raro.
Sin decir ni una palabra a lo que le acababa de decir se fue por donde había venido cabizbaja.
- Yo que sé, pero más clara; agua- comentó Kristine- me voy, a ver que pasa con ésta- comenzó a rebuscarse los bolsillos- JOOOOOOOODER hermano, ¿dónde está el puto mechero?
Me quedé allí sentada, esperando que solo fuera otro sueño más y alguien me despertara.
- Abby...- por un momento creí que había despertado... pero no. Oí un susurro, levanté la cabeza.
- ¡Cesc! Fuera, vete- chillé mientras yo me levantaba para entrar en casa.
- No, no, ¡NO! por favor, escúchame, no quiero acabar así, lo de antes era solo...- subió las dos escaleras que nos separaban físicamente y me cojió por la cintura llevándome bruscamente hasta él, y una vez estábamos a escasos centímetros uno del otro me besó, intensa y pasionalmente.
Había mucha pasión.. era.. como un sueño..
- Abby, Abby, ¡¡ABBY!- chilló mi madre.
Dí un respingo que me alteró.
- ¿Otra vez soñando despierta? ayúdame con la compra.
Bieeeeeeeeen!- pensé irónicamente para mis adentros- Viernes por la noche, asqueada y nada que hacer para el fin de semana y más sola que la una.
El Sábado por la mañana no hice nada, sólo dormir y la tarde la pasé tumbada en la cama-aun deshecha- y mirando el móvil.
Esperaba inocentemente una llamada-que probablemente me faltarían milésimas de segundos para cojerlo si era Cesc.
En resumen, mi vida hasta el momento tenía menos argumento que el presidente del gobierno español.
Lo que peor llevaba era que no quería ver a Cesc, por otra parte era su último día en Boston... para siempre.
Domingo por la tarde, decidida o más bien aburrida y desquiziada llamé a Kristine.
- ¿Kristine?
- Eeeeh, no...- contestó una voz masculina al otro lado- pero... soy Nasho, encantado- sonaba simpático- espera, te la paso. Es una tal Abby- se oía como le decía a Kristine mientras le pasaba el móvil.
- ¡HEEEEEEEEEEEEEEEEEY!- iba drogada.
- ¿Cuantos has fumado?
- No muchos.
- Kristine... quiero y no quiero ver a Cesc- soné como una niña pequeña hablando de su muñeca- ¿que hago?
- Mandarlo a tomar por culo.
- Kristinee- me quejé- en serio.
- Si no quieres desgarrarte el corazón, hazlo- no parecía ir borracha o colocada, sonaba muy seria, y bastante coherente. Me asustaba incluso.
Lunes por la mañana. Tocaba enfrentar lo peor:
soledad y Cesc Fàbregas.
- ¿¡Qué!?- exclamé.
- Si Abby...- se giró hacia mí- bueno... creo que solo quedan tres días más de Cesc Fàbregas por aquí- sonrió para no parecer tan.. ¿capullo?
No me pareció sincero, ¿ y si no se iba? pero Abby, tonta, si no para qué mentir, no más paranoias, que la última vez acabó Kristine trepando un baño- me dije a mi misma.
- Bueno... lo que te quería decir es que... bueno en privado- miró descaradamente con recelo a Gerard- lo que quería decir es que dentro de tres días se acabo todo y bueno... antes de irme quiero disfrutar de Boston.. no sé si me entiendes- no dije nada- es decir, que cortemos a tiempo para no sufrir- finalizó.
No me atreví a seguir mirándole a la cara. Bajé la mirada hacia mis manos y después me interesé por la reacción de Beth y la miré, no me esperé esa reacción. Ví la pena reflejada en su cara, la pena hacia MI.
- Tía, yo...- dijo sin decirle nada.
- ¿Lo sabías?- concluí.
- Yo..
- Como eres tan hija de puta.
Ví como la expresión de Fàbregas cambió notablemente a una cara de sorpresa, quería decir algo pero optó por callarse.
Me levanté de ahí, no podía seguir más tiempo allí. Beth lo sabía y lo más fuerte es que ni siquiera había hecho falta decirlo con palabras, una mirada... una puta mirada.
Pensé todo el camino a casa, en que tipo de persona era Elizabeth, concluí que una mala pécora.
Al llegar donde vivía no entré, me limité a quedarme sentada en los escalones por los que se accedían a mi portal.
Cesc se iba a Inglaterra, iba a estar a miles de kilómetros de mi y lo más fascinante es que había cortado conmigo no para sufrir, milongas, si no para .. disfrutar de Boston, así lo llamó él. Lo que más me dolió fue que me humillara rompiendo- y más de ese modo- en público conmigo, de Gerard y Elizabeth, aunque puestos a escenas, las de ellos. Lo que más odié en ese momento es que Cesc no dijera nada, no me impidiese ir, y cuando Beth montaba escenas tan patéticas le sobraban ganas de ir tras ella, sabía que pasaba algo, o pasó..
- ¡Joder hermana!¿Qué jodida mierda hacer aquí!- me sacó de mis pensamientos.
- Estoy harta de los rollos de esos tres.
- Normal, yo también, ¿Quieres un peta?- ofreció antes de sacar papel, cigarro y sustancia verde de... no sé donde sinceramente.
- Pero, si tú pasas de todo- omití.
- Porque voy drogada todo el jodido día.
- Por Dios, Kristine.
- Es la verdaad- asentí finalmente después de pensarlo detenidamente- ¿Sabes? Eli siempre se ha traido sus lios con Gerard y Cesc, buenos sobretodo con Gerard, se odian bastante- le dió una calada- si te fijas un poco es el único que sabe como sacar a Eli de quicio.
Me vino a la mente la escena que contemplé desde dentro de la cafetería cuando Beth en brazos de Piqué se enfadaba más y más, no la oí, pero intuí que podía estar diciendo y pensando.
- ¿Y por qué?
- ¡Abby!-jadeó parándose frente a mí.
- Me voy.
- ¡No, espera! ¡Te juro que no sabía nada!
- Beth, eres una hipócrita.. como todos- pensé en Cesc.
- No Abby, de verdad que yo...
- ¡No!- harta de la situación, estallé finalmente- "No Abby" ya no cuela, Cesc no te dice nada, pero cuando esta mañana ha pasado eso, rápidamente te ha contado todo, ¿no? Eres como todo el mundo piensa-bufé- una zorra superficial.
- ¡Boh!- exclamó Kristine a la vez que recojía el cigarro de la risa del suelo.
Salí corriendo tras ella, ¿que estaba pasando allí?¿era la única idiota que no se enteraba de nada o que? Estaba dispuesta a saber que pasaba ahí, si o si.
- ¿¡Dónde vas!?- preguntó desconcertado Cesc.
- Ahora vuelvo, Cesc- le besé la mejilla.
Salí corriendo, coociendo a Beth no habría llegado muy lejos y menos con los zapatos de tacón que llevaba y por la rozadura que le hacían... como mucho dos manzanas.
Y como me había figurado a unas dos manzanas aproximadamente estaba ella, sentada en un banco y por su cara de dolor y sus pies descalzos, la rozadura de los zapatos le había hecho más daño.
Me apresuré a acercarme pero paré en seco cuando ví como por detrás sin ella percatarse se le acercó Gerard Piqué.
La debió llamar por su nombre o hacerse notar porque ésta rápidamente se giró. Bastante enfadada cojió los zapatos que estaban sobre el banco y se fue de allí así tal cual-descalza-. Piqué a los pocos segundos de observar la escena salió detrás de ella y en tres largas zancadas la alcanzó y le cojió de la muñeca reteniendola.
Me acerqué un poco más apra poder escucharles. Pude ver como la cara de Gerard pasaba a estar mucho peor, más enfadado.
- ¿¡ES QUE NO LO ENTIENDES, GERARD!?- oí claramente yo y toda la calle.
Gerard con sus grandes manos cojió a Beth de ambos lados de la cara y comenzó a susurrarle algo, pero no conseguí escucharlo desde donde estaba y tampoco me podía acercar más, estaba detrás de un buzón de correos, la gente de por si ya me miraba raro.
Me impresionó mcuho que después de que le dijera Gerard a Beth, ésta última echara a llorar.
- Beth...- susurré boquiabierta.
En un impulso eché mi cuerpo hacia delante para ayudarle y consolarla pero una mano me sujetó del hombro.
- No Abby.
- Cesc- me giré sorprendida de verle allí- déjame.
- Abby, creeme es mejor. Déjales a ellos- decía bastante serio- solos-remarcó.
- Pero Beth está..- me giré para señalarle como se encontraba.
Y en ese preciso momento vimos como gerard cojía en sus brazos a Beth y en una de sus manos llevaba los zapatos de ella, y en pocos segundos las tristes lágrimas pasaron a ser dulces sonrisas.
- Corre, vamos a la cafetería- instó Cesc.
- ¿Por qué?- pregunté divertida a Cesc-¿qué pasa?
- Hazme caso- sonrió mi chico de metro ochenta.
Volvimos lo más rápido que pudimos a la cafetería y nos sentamos en la misma- que por suerte aún nadie la había ocupado- mesa que donde estábamos pidiendo lo mismo que antes.
Dos minutos más tarde, como si no hubiera sucedido nada Beth entró con la cara impecable sin ningún signo de haber llorado y con los zapatos en los pies. A ésta le seguía Gerard Piqué con una sonrisa que se le escapaba de la boca.
- Cesc- sonrió Cesc. A cualquiera otra persona le hubiera desconcertado esa reacción después de lo ocurrido a Cesc, pero parece ser que a Cesc no, y le devolvió la sonrisa.
- Tío, siéntate o qué rubia- bromeó Cesc refiriendose a Gerard, que éste aún seguía de pie y no se había sentado.
- Ya, esperaba que la señorita- sonrió irónicamente hacia Beth- decidiera que sillita cojer-finalizó con retintín.
- Piqué..- regañó como una madre a su hijo Cesc a éste para tranquilizar la situación y evitar escenitas.
- Pff- bufó Beth.
Había tensión en el ambiente, Cesc y yo lo podíamos notar e incluso se podría cortar con unas tijeras.
- Bueno tío- dijo Gerard rompienso el incómodo silencio- ¿no se lo piensas decir nunca o qué?- Todos le miramos extrañados.
- ¿El que?- preguntamos intrigadas Beth y yo.
- Pues.. que.. el día cuatro me voy a Inglaterra- dijo Cesc.
- ¡QUÉ!- exclamé.
- Me han fichado para el Arsenal- confesó finalmente.
- Pero Cesc, ¿es que no lo entiendes? ¡que no puedo! N-O.- comenzó a gritarme histérica.
- Eli, tranqui, no te alteres, vamos dentro y lo hablamos- intenté tranquilizarla cojiéndola del brazo.
- ¡Que no!- de una manotada quitó mi mano de su brazo.
- Petite, por favor. Venga, que no come- me eché las manos a la nuca.
- ¡Que no me llames así!-gritó más aún- por favor Cesc-susurró después.
- Vale, vale, pero por favor Eli, entra.
- Fàbregas, óyeme bien: NO- sonrió, se giró y se fue.
De repente Gerard salío, la buscó con la mirada y fue hacia ella en pocas zancadas. Una vez llegó donde estaba ella sin pensárselo ni avisarla la cogió como a un niño pequeño llevándola así de vuelta donde estaba yo.
- Cesc te he dicho que.. ¡AAAAH! suéltame, joder, Gerard Piqué, no me hagas liarla- éste comenzó a reir como un descosido.
- ¡Ah! ¿que no es lo que estás haciendo?- siguió riendo aún mas.
- ¡Suuuuuuuuuuuuuuuuuuuuubnormal! que me sueltes, ¡CESC, POR DIOS, AYÚDAME!- me encojí de hombros con una leve sonrisa.
Aquella escena era muy cómica. Eli y Piqué lo eran en sí. No podía parar de reir y Piqué tampoco.
- ¿Es que sois subnormales?- dijo más enfadada Eli.
- Vamos, Eli, ¿tregua?- dijo finalmente aún riendo Piqué.
- Ni tregua ni mierdas- se soltó de los fuertes brazos de Piqué- Pf- comenzó a peinarse.- Me das asco, Gerard Piqué- pronunció antes de volver a entrar en la cafetería.
Me fijé en la cara de Piqué y pude ver como la risa que antes esbozaba en su boca se convertía en una linea recta y bajaba la cabeza mirando al suelo.
- Tío- me acerqué a él e hice hincapié de poner una mano en su alto hombro.
- No- dijo con un tono totalmente serio y nada divertido- pf- se fue después cabeizbajo y con una mano en el bolsillo y otra tocándose la nuca.
Entré a la cafetería, pude ver como Abby y Eli hablaban de algo y cuando yo llegué se callaron indiscretamente.
- Cesc-sonrió Eli como si no hubiera pasado nada.
- Eli- contesté serio- Abby, cielo- le sonreí a ella besándole en la cabeza.
Comenzaron a hablar de algo, un baile o algo así no presté mucha atención hasta que finalmente no pude más y me hice notar.
- Eli, eres una hija de puta.
- ¿¡Qué!?- se sorprendió notablemente- Cesc, ¿que estás diciendo?- rió nerviosamente.
- Ya lo sabes- dije bastante enfadado.
Ví como Abby, la pobre no se enteraba de nada de lo que pasaba y miraba la situacion incrédula.
- Pff, es que, pf, me voy mejor- se lamentó indignada- nunca cambiaréis, joder- refunfuñaba mientras se levantaba de la silla y se iba.
- Otra vez solos- sonreí.
- Que fuerte tía. Solo queda un mes para que termine el instituto- comenté.
- Ya, solo un año más y se acabó todo- sonrió tristemente.
- ¿Echarás de menos a alguien, Beth?- Posé la mano sobre su rodilla.
- ¿Cuando?¿Cuando me vaya?Claro, a vosotras, tonta- sonrió.
Beth sabía perfectamente a lo que me refería. O no.
- No, digo este año también se va gente...- aclaré.
- Ya, pero no, ¿a quien?- rió- ¡ay pequeñaja!
- ¿Y esa manía de decirme pequeñaja, metro sesenta?- arremetí contra ella.
- Por que si! Oye, la fiesta esta que van a hacer en la Momo, ¿vais a ir?
- Claro. Espera, ¿vais?
- Quiero decir, siempre se va con pareja, lo pone en el cartel- comenzó a zarandearse extrañamente- ¡recuerda!
Me quedé pensando un momento. No me había parado a pensar en el baile, pero lo mejor es que este año-comencé a sonreir como una estúpida- es que no iba a ir sola, o ni siquiera ir como el pasado año, si no que... ¡iba a ir con Cesc Fàbregas!
- ¿Abby?
- Ehm si. Claro, bueno- bajé la cabeza- Cesc no me ha dicho nada- me entristecí.
- Aún- me tranquilizó ella.
Nos levantamos del banco de un pequeño parquecillo donde estábamos sentadas y nos fuimos andando hacia el centro.
- Bueno y ¿por qué no se lo dices tú?
- ¿Yo? Ehm... no, no, no.
- No seas tonta, ni antigüa, no siempre es el chico- me guiñó un ojo y me dió una palmada en el hombro.
- ¡Au!
Entramos en una cafetería para tomarnos un batido de chocolate.
- Dos batidos de chocolate, por favor- sonrió como siempre.
Me exigió que le contara que había hablado y hecho con Cesc esa misma mañana. Le volví a preguntar que pasaba entre ella y Piqué después de contárselo pero nada, otra vez más nos habían interrumpido.
- ¡Beth!- dijo alguien que me llamó la atención.
- ¡Cesc!- se levantó de la silla sonriendo. Éste se acercó pero no iba solo, un rubio de metro noventa y ojos azules le acompañaba- Vaya- su emocion por ver a Cesc cayó en picado al ver a Gerard Piqué, ¡eso quería saber yo, que pasaba!
Cesc tras darme un tierno beso en la mejilla, rió al verse en tal situación.
- ¿Podemos sentarnos?- preguntó éste.
- No- respondió tajante Beth.
Me fijé como los labios de Gerard susurraban algo, pero lógicamente no supe qué.
- ¡Beth!- le regañé.
- Que no, esque... verás querido Cesc- no pude evitar mirar con recelo, pese a que se trataba de Beth, a esta por referirse así hacia él y por como le rozaba con un dedo la mejilla de éste- no eres tú obviamente pero.. aquí huele a...
- Mierda, ¿no?- habló por primera vez Gerard.
- Algo así- contestó ella con una sonrisa muy irónica.
- Nos sentamos- sentenció Cesc y sonrió intentando calmar la situación.
- Yo me voy- concluyó entonces Beth.
- Merda- pude entender que decía Piqué con un bufido acompañándolo.
Cesc salió detrás de Elizabeth hasta la puerta y consiguió pararla, Gerard que aún seguía de pie y yo sentada bebiendo mi batido pudimos observar mediante el cristal desde dentro la escena que estaba a punto de comenzar.
- ¿Puedo?- indicó Gerard refiriendose a la silla.
Llegamos a Terrance, y a las dos manzanas de entrar en la calle pudimos ver a Cesc en un banco tumbado con su brazo doblado encima de su cabeza, evitando asi que el sol le diese en los ojos.
- ¡Fàbregas!- llamó la atención de Cesc.
- Beth!- se levantó rápidamente- ¿qué hacéis aquí?
- Te he estado buscando, estaba preocupada-confesé timidamente.
- Ha sido mi culpa. Se me ha ido la pinza... supongo- sonreí tímidamente.
- Bueno parejita, os dejo- Se despidió Beth.
- ¿¡Ya!?- preguntó Cesc, me molestó que preguntara aquello, como si no quisiera quedarse a solas conmigo.
No Abby, no más paranoias- me dije a mi misma.
- Si... esque... bueno... antes tengo que pasar por casa de Kristine.
Me quedé alí de pie plantada y sin decir ni media palabra.
- ¿No te sientas?- rió.
- Ah, ehm.. si- me sonrojé. Parecería estúpida.
Me acerqué hacia donde él estaba y me senté tocándole la mano sin querer, él la quitó.
- ¿Te... te has enfadado?
- ¿Por qué me iba a enfadar?- parecia despreocupado e indiferente.
- Por lo de Sergy.
- Que va, da igual, ya está solucionado.
- Me siento mal, quizás debería hablar con él.
- ¡No! No hace falta. Ya he hablado yo con él.
Eso me preocupó un poco, pero él para quitarle hierro al asunto sonrió encantadoramente.
- ¿Por qué no has venido a clase?
- Nada, ir con Gerard.
- Oye... Gerard y Beth... se llevan muy mal, ¿no?- me atreví a preguntar al fin.
- Ya, normal... qu- Su móvil comenzó a sonar- Dime- respondió seriamente.
- ...
- No, ¿por qué?
-...
- Imagino.
-...
- No
-....
- ¡Bingo!
-...
- Va, venga- finalizó colgando el teléfono.
Seguía manteniendo la cabeza baja mirando al suelo pero sonriendo, estaba extraño aquel día.
- ¿Puedo preguntar quien era?- me animé a decir rompiendo el incómodo silencio.
- Gerard.
- Ah-sonreí.
No sabía que decir; estaba raro, poco receptivo.
- ¿Te pasa algo conmigo?- pregunté ya harta de la situación, pero sin perder el tono vergonzoso.
Me miró con cara entre apenada y preocupada y se limitó a decir:
- Nunca- me besó levemente en la boca.
- Joder hermana, ¡ya te vale! menudo pisto has montado tú sola- sacó el móvil de su negra sudadera Adidas, esa que tanto le gustaba con las rayas roja, amarilla y verde de Jamaica, nadie como ella sentía los colores, bien lo sabía Beth; miró la hora- eh, yo me voy que he quedado con Kase- hizo un rápido movimiento de cejas.
- Adiós Káh- se despidió Beth cuando Kristine ya estaba saliendo por la puerta del baño.
- Chau.
- Tía, ¿que ha pasado?- preguntó rompiendo le silencio.
- Nada, bueno... es que vino Sergy y me dijo que tenía que decirme algo sobre Cesc y... bueno todas las veces que Sergy ha venido a hablar conmigo ha sido para reirse de mí, saqué mis propias conclusiones.
- Mmm, pues parece que has sacado una conclusión equivocada, quizás quería decirte que se alegraba por tí- levanté una ceja- vale, vale- rió.
- Oye, por cierto ¿que te ha pasado estos días?- cambié de tema.
- Ya te enterarás, pequeña.
- ¿¡pequeña!?- reí- si soy más alta que tú y tenemos la misma edad!
- Bueno- sonrió.
- Hey, vamos a lengua.
- Que ilusión- ironizó.
Entramos a clase, no estaban ni Sergy ni Cesc.
- ¿Dónde está Cesc?- pregunté a Beth preocupada- ¿No se habrá enfadado por echarle del baño?
- Que va-contestó convencida.
Pasaron las tres horas restantes de clase que quedaban del viernes de instituto.
- ¡Ay!- se quejó Beth cuando bajábamos por las escaleras centrales del Charlestown.
- ¿Qué pasa?
- Que me he dado con la barandilla- dijo poniendo cara de pena.
- Oye, no han venido a ninguna clase Cesc y Sergy- cambié de tema.
- Ya, preguntale a Gerard.
- Es que...- bajé la cabeza y sonrojada dije; me da vergüenza- rió con una gran carcajada.
- Gerard no muerde.
- Preguntale tú- supliqué y volvió a reir.
- A mí no me interesa donde esté tu amorcito.
- Veeenga- le miré con cara de corderito degollado, o eso intenté.
- Pff, ya te vale, eh. Pero no pongas más esa cara de estar estreñida-reímos.
Nos acercamos a un banco que había junto a la salida, allí estaba Gerard como siempre farfullando de algo con un chico de su curso, se llamaba John Navas, tenía unos preciosos ojos azules.
- Pues tío, no va y me dice la psicotica que si quie...- paró en seco cuando nos vió llegar- ¿qué queréis?-se giró hacia nosotras, con un tono bastante borde.
- Dónde están Cesc y Sergy- pero no fue menos el tono en que Beth le preguntó a él. Navas y yo pudimos notar la tensión y el odio que había en el ambiente.
- Por qué quieres saberlo.
- En realidad.. yo-comencé a decir.
- Por que si, dónde están- me cortó Beth manteniendo su tono tajante.
- Por qué iba a decirtelo- sonrió de forma maliciosa y mirada de superioridad.
- Por que sabes que yo no te voy a seguir el juego como tus amiguitas, me voy a ir y me lo vas a decir finalmente- sonrió irónicamente.
- Adiós- sonrió echándonos Gerard de allí.
- Vámonos Abby, aquí huele a mierda. Adiós John- se acercó a él y le dió dos besos, pude ver la cara de asco que ponía el rubio.
- Pe- pe... pero, jo- me quejé- yo quiero saber donde está.
- Tú espera.
- Calle Terrance- pudimos oir como alzaba la voz Gerard cuando habíamos salido de allí.
Elizabeth tenía razón, había dado justo en el clavo. La miré y pude ver como esbozaba una sonrisa victoriosa.
- ¿Imaginas el futuro?- preguntó ella rompiendo así el silencio.
- Una idea si me hago- sonrió él mientras le acariciaba una vez más el sedoso cabello de ella que sostenía entre sus brazos.
- Imagina una casa en otro país, no, no... ¡en otro continente!...¿Europa?¡ si, si, me gusta!
- Me parece bien, petite fleur.
Ella sonrojada se levantó y ambos se fundieron en un apasionado beso. Separaron sus labios y él paseó su mano por la mejilla de ésta.
- Tú...
- ¿Qué?- reía ella sin perder en ningún momento la sonrisa que tanto la caracterizaba.
- Serás...
- ¡qué, tonto!- seguía riendo ella. Le dió con la mano levemente en la mejilla, que más que una bofetada fue una caricia.
- ¡Au!- se quejó él riendo- tú serás la novia más guapa del mundo, ¿lo sabías?- ella esbozó la más hermosa y amplia de las sonrisas y ante esto le volvió a besar.
- Pero para eso queda mucho, ¿no?
- Solo cinco años- sonrió él.
- Pero... ¿no seremos muy jóvenes?
- Las drogas se consumen de jóven.
- Oh, que peliculero eres- mofó ella, pero sin ocultar esa sonrisa suya que cuando estaba con él nunca podía quitar- ¿que tal tus amigos?¿siguen peleados?
- Pff, pues ahí, ahí. Lios suyos.
- Toti- dijo ella con voz de niña pequeña y tocándole la punta de la nariz con el dedo índice- pase lo que pase, siempre tienes que ayudar a tus amigos. Los amigos son mucho- sonrió.
- ¡¿Más que yo?!- exageró éste haciéndose el ofendido.
- Mmm...¿ssssno?- rió haciéndole rabiar.
- Vale, eh- Se levantó, dejándola allí tirada, se había molestado tontamente.
- ¿Es así como dejas las cosas?- le dijo ella desde el césped donde se encontraba mientras él había comenzado a andar lentamente- ¿es así como piensas dejar a la única persona que sabe de verdad lo que sientes y quieres realmente?
Él se paró en seco sin reaccionar durante unos segundos.
Se volvió hacia ella y la cojió en brazos acercándole su cabeza a la suya.
- Te quiero, ahora y siempre- dijo ella sonriendo.
- No te voy a soltar- sonrió él de forma pícara.
- ¿Nunca?
- Nunca.
- ¿Nunca nunca?
- Nunca nunca.
Ambos echaron a reir.
Con la más suma delicadeza del mundo la dejó de nuevo sobre el césped donde antes estaba y se volvió a sentar, pero esta vez fue él quien apoyó su cabeza en la piernas de la chica.
- Tengo miedo.
- ¿Por qué petite fleur?- contestó él extrañado.
- Porque nuestro futuro, si es que lo tenemos...- sacudió la cabeza- me ilusiono y... es malo.
- ¿Eso es malo?
- La ilusión conlleva miedo y el miedo dolor.
- Pues... ¿sabes? Estas cosas las hace el destino, pero estoy completamente seguro de que dentro de cuatro, cinco años o los que sean, estaremos aquí sentados riéndonos y recordando esto- dicho esto la besó.
.
- Joder, ¿por qué?
- ¿Tienes diecisierte?- me levanté de sus piernas en las que estaba apoyada mi cabeza y parte de mi espalda.
- Si, rió esbozando esa sonrisa que tanto me gustaba. Se sonrrojó un poco.
- ¿Que viejo, no?- me volví a apoyar en sus piernas, él permanecia en el césped apoyando sobre sus brazos su cuerpo y las piernas estiradas. Reí.
- Vale, vale- contestó con tono ofendido, pero no pudo ocultar esa risilla que le delataba. Volví a reir.
- Tonto- me levanté y le dí un pequeño beso en los labios, no se inmutó. Al cabo de unos pocos segundos sonrió levemente.
- Espera, tengo que hablar con Piqué.
Me quedé allí tendida, cerré los ojos. Se estaba muy agusto, el tacto del césped era genial, estaba bien cuidado, no pinchaba, era... comfortable. Empecé a pensar en todo lo que estaba pasando con Cesc. Aquellos dos días estaban siendo los dos días más felices de todos mis dieciséis años, pero algo rondaba por mi cabeza, ¿qué estaba pasando con Gerard y Beth? ¿Tenía Beth problemas? ¿por qué tenía aquella actitud conmigo?
- ¡Abby!- gritó una voz familiar pero para mí poco agradable, sacándome así de mis pensamientos. Levanté la cabeza lentamente para corroborar que era él y la volví a echar atrás; pero finalmente acabé sentándome.
- ¿Sergy?- Me puse un tanto tensa, ya de por sí Sergy me ponía nerviosa, siempre desde pequeños se había reido de mi y ahora que, bueno se suponía que Cesc y yo eramos algo más que amigos, me causaba incomodidad dirigirme a Sergy.
- Qué quieres- pregunté tajante.
- Pues verás...- se arrodilló para quedar así a la altura de mi cara- Ehm...
- Oye, mira si vienes a reirte de mi o algo... no, te puedes ir...- hice hincapié para levantarme pero me sujetó de la muñeca.
- No, no, es sobre...
- Qué.
- Te voy a decir una cosa de Cesc- miró hacia donde él estaba, dirigí mi mirada yo también donde él se encontraba con piqué, éstos estaban riéndose, parecía que tenía mucha gracia- Tú, bueno él.. es t..
- ¡OH DIOS MÍO! ¡me estáis gastando una puta broma! ¿es eso, verdad? ¡soy una puta idiota!- esta vez si me levanté y salí corriendo hacia el cuarto de baño pasando al lado de Cesc empujándole con todas mis fuerzas pero lamentablemente solo pude conseguir zarandearle unos centímetros, de fondo pude oir como gritaba:
- ¡Abby! ¡espera! ¿dónde vas? ¡Qué pasa! Sergy, ¿que coño has hecho?
No podía creerlo, no le había hecho falta terminar la frase a Sergy para saber que era, y más cuando era Sergy desde pequeños el que le encantaba venir a decirme que lo que me acababa de decir o hacer era una tomadura de pelo.
- Abby, tía ¿dónde estñas?- oí como Beth entraba en el cuarto de baño. Me extrañó que después de estos días viniese precisamente ella a consolarme, había gato encerrado, estaba segura de que ella también estaba metido en aquello- Abby, ¿que pasa?
- Qué haces aquí- pregunté desde la taza del baño donde estaba subida con las rodillas rodeadas por mis largos brazos.
- Tía, ¿que ha pasado? ¿por qué te has ido corriendo?
- Nada. ¿Tú también estás metida en esto, verdad?- reí con lágrimas en los ojos por la humillación que estaba viviendo.
- ¿qué? ¿de que hablas, tía? Sal, anda.
- No.
- ¡JODER HERMANA! ¿que jodida mierda pasa, joder?- era notable que acababa de entrar Kristine.
- Iros, joder- me limpié las lagrimas que caían rápidamente con mis mejillas, con la manga de mi camiseta- Sé que todos me estáis gastando una puta tomadura de pelo.
- Pero... ¿que jodida mierda estás diciendo? Mira que...- un profundo silencío, exceptuando unos cuantos ruidos que no supe que eran- reinó durante unos segundos hasta... ¡que ví aparecer por encima del baño de donde yo estaba a Kristine.- ¡Quieres dejar de hacer la gilipollas! que no estás grabando pasión de gavilanes, y sal aquí a decirnos que jodida mierda ha pasado- negó con la cabeza con aire de decepción.
- Abby, ¿donde estás? ¿que ha pasado?- oí como también Cesc se unió al club de ' Todos en el baño'.
- Iros todos- rompí a llorar.
Sergy
Otro día más y los que me quedaban.
Quité la fina sábana que cubría mi cuerpo y me levanté poniendo el pie izquierdo en el suelo primero, ¡menudo día me esperaba! no veía nada, se debía a las legañas que tenía, la noche anterior me había quedado muy tarde en el ordenador.
Bajé así tal cual, vistiendo solo unos calzoncillos a la cocina, pasando antes por el espejo del pasillo de la segunda planta, junto a el dormitorio de mi madre. Mi pelo lucía despeinado y mis marrones ojos apenas podía verlos, estaban entrecerrados.
- ¿Mamá?- pregunté mientras bajaba las escaleras, esperando que estubiera en la cocina.
Al llegar a la cocina vi un post-it pegado en la mesa de ésta.
"He tenido que salir.
El desayuno está al lado del microondas.
besos mamá xxx"
Cojí la nota y la envolví con mi puño arrugándola completamente. Me acerqué al microondas y cojí la ensaimada y un zumo natural de naranja que me había dejado mi madre como desayuno, con la ensaimada en la boca, me acerqué al zapatero que estaba junto al recibidor y me calcé la Nike Air nuevas y salí de allí.
- Joder tío, pareces una tía ¿que coño hacías?- saludó Gerard, dandome una palmada en el hombro.
- Me había dormido, es que anocheee..
- Te hinchaste a pajas, ¿no?- esbozó una de sus sonrisas pícaras, reí.
- Subnormal. Tío, y ¿Cesc donde para?
- Ya sabes, él y sus rollos con Abby- se llevó la mano a la nuca y bajó la mirada; susurró algo pero no pude adivinar que era.
- Joder, menuda zorra- pensé en alto para mí.
- No eres su centro de atención, no seas ego, tío, ademas ¡mejor!- rió burlonamente.
- Yo que sé.
Una calle antes de llegar al Charlestown, Gerard se quedó mirando hacia la calle de su izquierda.
- Eh, tío ¿que haces?- tardó varios segundos en percatarse de que le estaba hablando.
- ¡Tío, que llegamos tarde!- me dio una colleja y salio corriendo, yo trás él para devolvérsela.
Gerard que era un año mayor, diecisiete, subió al tercer piso donde estaba su clase. Mi clase estaba al fondo a la derecha de la segunda planta. Entré y me fue extraño no oir los pequeños, pero audibles susurros de Kristine Vintage, ni tampoco vi a Abby escuchándola con cara rara por lo que ésta le contaba, y especialmente tampoco ví a Elizabeth Anderson peinándose mientras Cesc le hacía de rabiar. Éste último tampoco se encontraba allí pero Gerard ya me había contado que estaría con Abby, lo cual explicaba la ausencia de ésta.
Tocaba otra vez más Biología, no seguía mucho el horario, pero tenía esa sensación de que siempre tocaba esa puta clase; ¡joder, no me servía de nada para ser futbolista!. Me faltaban solo dos años para poder entrar a un equipo americano, sin necesidad de ir a la escuela por la que hay que pasar antes, ya que mi tío era el míster.
Era la hora del almuerzo y ni Cesc, ni Abby habían aparecido.
- Tío, ¿que coño hacer el Fàbregas?- pregunté con cierto tono de indignación.
- Macho, ya te lo he dicho: rollos raros con Abby- Andaba despistado, como buscando a alguien. Pero ni Mary que apareció de repente le sacó de su despiste.
- ¡Mi amoooor!¡ Cielo, te he echado de menos!- chilló para que, como siempre todo el mundo por sus chillidos se volvieran hacia ellos, consiguiendo así toda la atención; y cuando lo consiguió le plantó un largo- e incluso empalagoso- beso, pero ni aquél beso le sacó de su gran despiste.
- Ehm... si- se limitó a contestar con una sonrisa forzada.
- Pero si el martes..- comencé a decir, no terminé la frase, esa tía no merecia la pena.
- Tío- llamó mi atención el rubio de metro noventam con un tono muy serio- Voy a buscar a Fàbregas. Luego vengo- se quitó de un leve pero brusco empujón a Mary de encima y echo andar hacia adelante con grandes zancadas.
- Vale- contesté sin pensarlo mucho, pero cuando ya había recorrido una distancia de veinte metros, le llamé- Oye, espera voy contigo.
- Pues va- mantubo su tono serio.
Siempre había sabido que Abby desde el colegio estaba loca por mí, y bueno... seré franco nunca ha sido mi tipo, era de esas chicas que no te llaman la atención, unas más.. del montón. Bastante normalita: pelo negro a la altura del hombro, ojos marrones y metro setenta o por ahí. Pero hace unos años, un día que vino con Gerard, Cesc, Carles, Josep y otras chicas más, jugamos a un juego de botella, donde nos tocó el típico beso, se emocionó y le dió esperanzas, pero aunque no fuese mi tipo para nada, me caía bien, además mi madre y sus padres siempre habían sido buenos amigos. Pero la idea de Fàbregas y Abby juntos no me terminaba de convencer; más por él que por ella, él siempre había estado con chicas rematadamente guapas; como yo y Gerard, pero no entendía por qué a estas alturas Abby.
Decidí ir con Gerard a ver que pasaba más a fondo con ellos.
Mientras nos dirigíamos hacia allí, el movil de Gerard comenzó a sonar, éste hizo como si no pasara nada, hasta que se sacó el movil del bolsillo, lo miró y pensándoselo unos sengundos lo cojió.
- Tot està bé- Dijo tajante.
No comprendí lo que acababa de pronunciar, per supuse que era catalán y que debía de ser su madre o alguien de su familia. Lo que más me extraño de eso, esque tras pronunciar esa frase colgó, sin esperar a que respondiera.
Pasamos de lejos y vimos a una corta distancia como Kristine fumaba marihuana, me llamó la atención, pero ya había oido algo por ahí. Parece ser que Gerard no se sorprendió.
- ¿Y Cesc?- gritó dirigiendose a Kristine.
- Con Abby no sé donde- Antes de que gerard pudiera girarse y volver al Charlestown, Kristine añadió; Beth está ahí- señaló hacia direción opuesta donde ella se encontraba. Gerard hizo caso omiso.
- Joder, vamos al Charlestown otra vez- susurró el rubio.
- Joder hermano, puto mechero ¡joder!- podía oirse conforme nos alejabamos gritar a Kristine.
- Tió- exclamó Gerard cuando llegamos a la puerta del Charlestown donde se encontraba el césped- ¿Dónde mierda estabas?- se acercó a largas zancadas.
Yo me quedé en la parada de autobús que había un antes del césped buscando con la mirada a Abby, estaba junto al sauce llorón, tumbada en el suelo y parecía que con los ojos cerrados.
- ¡Abby!
- ¿Qué? ¡Espera!- comencé a gritar intentando llamar su atención, pero cada vez se alejaba más y más entre la neblina.
- Nadie puede tomarte en serio, Abby. Lo siento.
.
- Abby, Abby, Abby- oí como una voz proveniente muy cercana a mi- ¡ABBY! - elevó más aun la voz - que me resultaba muy familiar-, haciéndome bajar de las nubes. Me giré y suspiré aliviada.
- Oh Dios...- corrí unos pasos y me eché encima de él abrazándole fuertemente con un gran alivio en mi cuerpo- solo estaba soñando otra vez despiera- pensé para mí. Aunque más bien había sido una pesadilla, bastante horrible- ¿sabes?
- ¿Si?- me rodeó con sus brazos y apoyó con una de sus manos mi cabeza en su escultural y trabajado pecho.
- No sé que está pasando ahora... que es esto, ni nada, pero... esta noche- mentí- he tenido un 'sueño' que trataba de que lo que ' tenemos' o sea lo que sea, era mentira y solo me habías besado y todo lo de ayer por joderme, alguna apuesta o una broma de malísimo mal gusto - una lágrima corrió por mi mejilla, Cesc con su dedo índice de forma vertical la limpió, dejando impune mi cara.
- Hey, hey - levantó mi barbilla dejándome ver sus ojos marrones, poco comunes en Boston, y en parte de América- y que me hacían perder la razón desde siempre- Abby, no digas tonterías y... ¿lo 'nuestro'? Supongo que lo mejor siempre se deja para el final, como suelen decir- teminó diciendo con una de sus letales y brillantes sonrisas.
Me quedé allí en sus brazos, mirándole fíjamente, observé detalle a detalle su cara vista desde abajo y tan cerca que podía oir su respiración, sus fuertes y constantes latidos, su colonia de hombre que tanto le encantaba a las chicas del Charlestown. Sus pestañas, en las cuales nunca me había fijado eran inmensamente largas y definidas, y sus ojos sinceros me miraban al compás de sus labios esbozando una sonrisa dejándose ver sus blanquecinos dientes.
No pude reprimir más mis impulsos de aquella 'Abby enamorada' y le besé, como el más ardiente beso, como si se acabara el universo, como si fuese otro.. sueño.
- Eres el mejor besador de todo el instituto..- susurré cuando mis labios se separaron unos centímetros de los suyos, aun con los ojos cerrados.
- ¿Has besado a muchos chicos del Charlestown? ¿o solo al Sergy?- esbozó una sonrísa pícara.
- Tonto, era un juego, vaya bocas está hecho, ¿no?- miré con recelo hacia otro lado imaginándome su cara.
- Vamos, te enseñaré algo- me cogió de la mano y me llevó junto al gran sauce llorón- muchas veces cuando no me apetece ir a clase, o tengo problemas o cualquier cosa me tumbo aquí pensando que pasaría si no hubiese hecho tantas tonterías y estubiera donde el Gerard.
- ¿Como?- eso último no lo acababa de encajar.
- Quiero decir...- se puso algo nervioso- Tengo los mismos años que Piqué- afirmó.
una calle antes de llegar al Charlestown Beth giró. Me quedé muy extrañada, no era de las que se solían saltar las clases.
- ¿Donde va?
- Pff- bufó Kristine.
- ¿Qué pasa?
- Joder hermana, no me dejas hacer el jodido peta, joder- No esperaba esa respuesta, pero era Kristine siempre me sorprendia con sus 'joder, hermana' o algo relaiconado con droga- ¡JODER! puto viento, joder. ¿Lo haces aposta, verdad?- levantó la mirada y el puño hacia el cielo en forma de queja- pues te vas a comer una jodida...
- ¡Kristine, vamos!
Beth siguió esa misma calle a la izquierda y después a la derecha. Pude ver como Beth- la cual iba sin mochila, ni uniforme, dando a entender que no iba a pisar el Charlestown- al llegar a la calle Mcnufly se paró junto a una farola que estaba cerca de un banco.
- Joder hermana, ya no llegamos a clase, joder. Si lo llego a saber me traigo más papel y un jodido fogón, joder!
- Chs, calla- susurré en voz baja.
Vimos como se sentó en el banco, como si estubiese esperando a alguien.. ¿quizás Piqué? De repente comenzó a sonar por todo lo alto el tono de 'Don't trust me' que tenía como llamada en mi movil.
- ¿Si?- me apresuré a contestar antes de que Beth se percatara de quee estábamos ahí. No ponía quien era, ese número no estaba en mi lista de contactos- ¿Quién es?
- ...]
- Eh, pues.. ¡se me ha olvidado... ehm.. un libro!- mentí.
- ...]
- No, ya no- dí por hecho.
- ...]
Colgué y volví a guardarme el móvil en el bolsillo.
- Kristine, me tengo que ir.
- Vale- hizo un gesto de indiferencia con la cabeza y hombros- Chs, espera- susurró cuando ya me había dado la vuelta para irme- ¿tienes un jodido mechero?
- No
- Puess.. jooooder.
Salí de aquella calle, donde Kristine se quedó 'investigando' que hacía Beth en aquella calle, a aquellas horas. Aunque sinceramente creo que no le hizo ningun caso, ya que estaba más ocupada buscando un mechero.
En menos de cinco minutos llegué a la puerta del Charlestown. Todo el mundo estaba en clase y un gran silencio reinaba la puerta, y el edificio en conjunto, excepto por algunos gritos que provenian de aulas donde no había profesor de guardia, o el profesor había salido.
- ¿Sergy?- pregunté anonadada.
- ¿Esperabas a otra persona?
- Pensaba que tú...
- Cesc, ¿verdad?- me cortó; bajé la cabeza avergonzada.
- Has caido en la trampa, idiota- concluyó, se giró y me dejó allí total e irremediablemente humillada.

