jueves, 30 de diciembre de 2010

Capítulo sesenta y dos

23 de Diciembre de 2017

¡Joder hermana! Hoy hace un año que no sabemos nada de ti y te hemos buscado en Nueva York, Boston y todos los sitios donde has podido estar, pero ni Abby, ni Cesc ni yo te hemos encontrado, ¿Dónde cojones estás?


Enviar.
Con este ya iban cinco mails, y esos cinco sin respuesta alguna.

- ¿Qué haces, tesorote?- me sorprendió por detrás.

Me giré y con las pupilas dilatadas exclamé:
- ¡Nasho! ¡estúpido!

Cuando comenzó a besarme un sonido nos sorprendió provocando así que cayera de espaldas y con los pies hacia arriba llevándome conmigo la silla done estaba sentada y a Nasho estrellado en el suelo retorciéndose por haberse golpeado sus partes nobles.

- ¡MENSAJE!- grité desde el suelo de donde me levanté lo más rápido que pude.

- Kristine, ¿estás ahí?

- ¡Sí hermana! ¿por qué cojones apagas el móvil? Me cago en tu puta estampa, que no sé nada de ti y Cesc y..

- ¡Espera, espera! No soy Eli

QUÉ.

- Soy Fernando, no sé si te habló de mí.

- Claro que si, pedazo de cabrón hiciste que se fuera contigo y no conocie..

- ¿Cómo? Llevo más de siete meses sin saber nada de ella, pensaba que estaría contigo.

- ¿¡ QUÉ!? OH DIOS MÍO, otra vez no.

- ¿qué? Bueno, mañana voy a Barcelona, ¿podemos quedar para hablar?

- Si, hotel vela a las 20:30, puntual.

Fernando cerró sesión desde el mail de Eli, lo cual me extrañó. Poca gente, por no decir nadie sabía alguna de sus complejas contraseñas para todo.

- ¿Nasho?- pregunté en alto al mirar extrañada y no verlo en el suelo quejándose.
- Dime chica- respondió de repente asustándome un poco. Tras sus palabras se oyó la cisterna del baño. Cuando comenzó a acercarse de forma sigilosa Eric comenzó a llorar. Sonreí.
- ¡Joder hermano!- exclamó él dando media vuelta y con cara angustiada adentrándose lo que él llamaba la sala de Chucky- quién me manda a mi meter..- se fue susurrando.

Al día siguiente tras pasar una mala noche oyendo llorar y quejarse a Nasho y Eric, si, Nasho rompía a llorar sorprendiendo incluso a su propio hijo de pocos meses por el ‘estrés’ que le causaba.

Hacía un año que pisaba de nuevo aquel sitio. Me senté en la barra y aprovechando el reflejo de las distintas copas de cristal inutilizadas de aquella barra, ya que solo pedían grandes copas para el whiskey, me coloqué mechones que había olvidado peinar.

- Joder hermano, oye quítate que no me veo, ¿sabes?- exclamé exaltada.

- Vaya, vaya… Eli te describía literalmente, hermana- oí reír detrás de mí. Se estaban aficionando a asaltarme por las espaldas y no me gustaba un pelo. Me giré y vi que, en efecto, era el famoso ‘F’.

- Encantada- me levanté para saludarle.

- Igualmente, verás al grano, tras hablar contigo preocupado llamé a… un amigo y he podido averiguar que Eli no se encuentra en Asia, Europa ni en todos EE.UU y sinceramente si al conoces en África no está.

- ¿Dónde coño está Elizabeth, entonces?

domingo, 19 de diciembre de 2010

Capítulo sesenta y uno

Todos se quedaron callados. Sin duda aquello era un buen argumento para el guión de una película.

Eli salió por la puerta y nadie dijo nada, ni siquiera se inmutaron; Jennet y Piqué se sentaron, pero éste primero en ningún momento cruzó una mirada conmigo a pesar de que yo intentaba provocarlo, Abby por otro lado estaba anonadada y Kristine… cagándose en los muertos de todos.

No podía ver como Piqué podía dejar ir a la que tanto había quedo, a la única que había conseguido sacar lo peor de él, y lo mejor a su vez de él, había conseguido lo que nadie antes había conseguido le hizo llorar, le hizo incluso cantar, le hizo sincerarse, pero… habían pasado años y ni uno ni otro eran los mismos e iban a tirarlo todo por la borda. Como si un militar se prepara toda una vida para combatir y por miedo a morir no asistiera a la guerra.

Algo que tenía claro es que lo único y más valioso que había en aquella sala era Abner.

Saqué el móvil de mi bolsillo y marqué el nombre de Eli:

- ¿Dónde estás?- pregunté cuando descolgó el teléfono,

Se podía oir claramente incluso lo que me decía Eli, ya que aquello estaba reinado por el silencio más absoluto.

- Cesc, olvídalo. Me voy en veinte minutos- colgué.

No hizo falta más palabras para, conociéndola, saber donde estaba. Me levanté dirección El Prat.

- ¿Dónde vas?- preguntó confundida Abner al ver que me levantaba tras volver a guardarme el teléfono en el bolsillo.

- A hacer lo que otros deberían hacer- dirigí la mirada a Piqué, el cual deslizó la suya al suelo de nuevo o toqueteaba su iPhone sin hacer nada efectivo. Desconocía que aquel fuese el Geri que conocía.

Me levanté, pero antes de salir por la puerta por la que antes había salido Eli me paré frente a la silla de Piqué.

- ¿Vienes?- intenté por última vez y apoyé mi mano sobre su hombro. Tras un silencio respondió.

- No tengo nada que hacer- respondió sin tan siquiera mirarme mientras apartaba mi mano de su hombro.

- Déjame tu coche- casi impuse.

- No, G- interrumpió Jennet

- ¡CÁLLATE!- grité cual rugido de un león. Aquello me afectaba demasiado.

Como he dicho, todos lo allí presentes no valían una puta mierda, exceptuando a Abner.

Finalmente llegué al Prat- con el coche de Piqué- y sabiendo que viajaría a Bilbao busqué en la pantalla su vuelo: quedaban cinco minutos. Debía darme prisa para convencerla de que volviera con nosotros.

Allí la vi, era notable donde estaba con sus miles de maletas rosadas siempre tan… Eli. Corrí hacia ella.

- ¡Eli!- exclamé a lo lejos evitando que así se fuera.

- ¡Cesci! ¿Qué haces aquí?

- No te vallas Eli, ¿de verdad vas a irte por la muy…de tu hermana? ¿A estas alturas te duele lo que intente con sus mentiras?- echó a reir.

- ¡Para nada! Cesc, ya tenía previsto esto con Fernando y sinceramente no me apetece ver al que será mi ‘sobrino’ y tener que de cuñado a Geri. Para mi Jennet no existe-aclaró- Además quiero de verdad a F- se sinceró.

- ¿Pero y Kristine? Esta noche delante de todos iba a pedirle matrimonio a Abby.

- ¡Oh Cesc! Es genial, hazlo- me animó- pero… yo aquí no tengo nada que hacer- aquello me recordó a lo que antes había pronunciado Gerard al mencionarla- pero que no te quepa la menor duda que iré a vuestra boda – sonrió- ¡ah! Dale esto a Káh- sacó una nota de su abrigo- no la leas-advirtió- que nos conocemos- sonrió de forma que se podía ver su tristeza en sus ojos.

- No puedo hacer nada, ¿no?

- Me temo que no. Lo siento.

- Te quiero, Eli- la abracé.

- Y yo a ti, Cesc.

Y allí se fue, partiendo hacia el país vasco. Era triste ver como se perdía la compañía de una tan buena amiga por la poca hombría de otros.

No sería fácil olvidarla, otra vez.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Capítulo sesenta

Llamé a Kristine una y otra vez cuando el despertador sonó a las diez de la mañana, pero ella siempre tan directa y sin complejo alguno por que se enterase todo el mundo cambió su mensaje del contestador exclusivamente para mí.

Eli, se que eres tú, y no, no te voy a decir el motivo por el que quiero cenar con vosotros. Así que jódete esperando hasta esta noche porque lo único que oirás de mi hasta este momento es el mensaje de mi contestador y tu rabia porque no te cojan el teléfono. Chau, chau!

Sabía perfectamente que aquello llevaba la más grande de las ironías.

Así que una vez vestida dispuesta a presentarme en su casa, me di cuenta de que la muy cerda no me dijo donde se alojaba, llamé a Cesc.

- ¿Si?- parecía que acababa de despertarse.

- ¿Dónde está Kristine?

- ¿Eli? ¿Para eso me llamas? Yo que se- oí una risa de fondo.

- ¿Está Abby contigo?- no esperé a que me respondiese- pásamela.

- Ehm… no creo que… pueda, está durmiendo, pero Piqué si lo sabe- A veces se me olvidaba que Cesc sabía como dar en el clavo. Cabrón.

- ¿Lo sabes?- eché a reír- tendrías que haber visto como gritaba por el pasillo: ‘¡ELIZABETH!- le imité- no sé como no le echaron del Palace- él rió, pero no era estúpida- y Cesc… nos conocemos demasiado como para que a estas alturas me eches esas mentiras.

Rió de nuevo.

- Baja, pero llama y no abras con horquillas, que nos conocemos y esto va a cuenta del club.

- Vale- sonreí satisfecha.

- Pero espera a que…- colgué. No me interesaban los detalles.

Una vez terminé de maquillarme cogí mi bolso y al mirar hacia el espejo que había al lado de la puerta pude ver que no me había peinado. Antes de bajar a la habitación de Cesc decidí darles tiempo bajando antes a desayunar.

Un consejo; si os alojáis en el Palace alguna vez lo mejor es amenazar con la imagen del hotel, ¡os darán desayuno a la hora que queráis!

Cuando me senté una vez ya con mi taza de capuchino en una mesa con vistas a la terraza desde donde se podía ver como los catalanes al igual que los neoyorkinos iban estresados corriendo de un lado para otro.

- Ehm… ¿eres ¡ELIZABETH!?- ésta última palabra la imitó de la misma manera que lo había hecho Geri.

Supe que no era Carles, ya que su voz era tímida, me giré para comprobar quien era.

- Ehm.. Supongo que si.. ¿eres…- me quedé mirándolo fijamente reconocí que era el chico del ascensor gracias a sus ojos verde esmeralda- ya veo, el del ascensor. Si vienes a decirme puta o algún insulto semejante puedes irte niño – le miré de arriba abajo con desprecio sin soltar la taza de la que bebía- puedes irte, digo- repetí al ver que no se inmutó.

- No, no solo me ha chocado. Todo el hotel, bueno al menos todo el equipo oyó la disputa vio… el final- rió tímidamente- nos sorprendió que alguien, sobretodo una mujer, pueda enfadar de esa manera a Piqué.

- Bueeeno…- le quité hierro al asunto, me estaba cansando del niño.

- Soy Bojan- se sentó en la silla libre que había en mi misma mesa.

- Y esa es mi silla- le sonreí. Rió.

- Vaya, ya veo; chica dura.

- Adeu- sonreí y se fue riéndose.

Nunca había visto que echen a un hombre y se fuera riendo después de ello, pero mira que llegaban a ser raros esos catalanes.

Subí tras terminar el capuccino. Como había prometido a Cesc no utilicé mis útiles e imprescindibles horquillas, mas que mis manos para abrir la puerta, la cual estaba entreabierta lo que me pareció muy extraño. Entré.

- ¿Cesc? ¿Abby?

Tras pasar un mini pasillo llegué a ver la cama que presidía la habitación.

- ¡AAAH!- chillé.

- ¡HOSTIES!- exclamó él quitándose los grandes auriculares. Estaba tumbado en medio de la cama escuchando música.

Tras de mí oí risas acompañadas del sonido de la puerta cerrándose.

- … - me quedé callada.

Aquello tenía nombre: putada.

- ¿Tan fácil te dejas engañar, Eli?

- No creo que tú hallas venido por ti mismo.

- Tú eso no lo sabes.

- Solo basta con ver que grito de nena has pegado: ¡hosties!- imité agudamente.

Pude ver como una línea curva entre dejaba ver sus dientes… ¿sonrisa?

- ¿Qué propósito tienen?- rompí el silencio que se creó minutos atrás.

- ¿Qué te emborraches? Me han dicho por ahí que es tu afición- dijo el muy hijo de puta.

Tranquila Eli. Era veintidós de diciembre y antes de irnos tenía que jugársela, no podía caer en sus palabras dañinas.

- La misma que tu a los gatillazos- tras esto me dirigí a la puerta.

En efecto, estaba cerrada. Pero ya fuese electrónica, de acero o de hace tres siglos mis técnicas seguían siendo eficaces. Salí de allí y tropece al abrirla con Cesc y Abby escuchando, le dí al abrir al puerta en la cabeza a Cesc.

- Jódete.

Eran las seis de la tarde, paseé por el paseo de Gracia buscando algo que ponerme esa noche, llevaba desde la una sin comer y buscando por miles de tiendas.

De repente el móvil comenzó a sonar.

- Joder, Cesc, ya te he dicho que no me enfado- contesté esperando que fuese otra vez él.

- ¿Qué?- rió.

- ¡F! ¡Mi amor! ¿Qué tal por Bilbao?

- Bien, cariño ¿Qué haces por allí?

- Buscar un vestido. Kristine, ¿recuerdas de la chica que te he hablado tanto de ella? Pues ha venido y ha organizado una cena- sonreí ilusionada de forma estúpida.

- Que bien! Verás Eli… estoy con mis padres y hasta el día uno no tengo partido y… me gustaría pasar este tiempo también contigo… pero en Bilbao. No me apetece ir a Barcelona, entiéndelo.

- ¡Me encantaría!- respondí sin dudar ni un segundo- salgo esta misma noche.

Me hacía sentir diferente. Nunca me había sentido de aquella manera.

- ¡Joder, ya era hora!- exclamó Káh al verme aparecer.

Me sorprendió mucho ver allí a Sergy sentado al lado de Abby. Era masoquista o algo. Cuando ya me había sentado al lado de Cesc y Káh y estábamos riendo y contando anécdota me fijé que había una silla más.

Oh no.

Entonces una ‘grata’ sorpresa apareció, mejor dicho dos.

- Eh, venga Káh, ¿algo más?-exclamé frustrada al ver aparecer a Jenny con Gerard. Hice hincapié para levantarme pero Cesc me sujetó por la muñeca.

- Venga, si, vete- alentó J.

- A dormir, bonita. Pero antes desmaquillate, osito panda.

- ¡ESPERAD, ESPERAD! ANTES DE QUE LA LIÉIS MÁS QUEIRO DECIROS ALGO- exclamó Káh, pero seguimos discutiendo y gritando a pesar de su petición- Bien… estoy embarazada- casi susurró, pero lo oímos notablemente.

El silencio reinó y todas las miradas se dirigieron a Kristine.

Pero no contenta y ambiciosa por ser el centro de atención…

- Ya somos dos- añadió Jennet abrazando por el brazo a Gerard, el cual miró hacia otro lado, cuando todos los miramos.. Pude ver como se regodeaba al decir cada un de esas palabras mientras acariciaba su vientre aun plano.

Ya no podía más, ¡si hombre! ¿y que más? Cogí mi bolso de la silla y la chaquetilla que me había comprado a conjunto esa misma tarde y me dirigí a la puerta añadiendo:

- No sé vosotros pero yo tengo un vuelvo a Bilbao- exclamé cuando salía por la puerta.

- ¡Eli, Eli, Eli! ¡Joder hermano!- gritaba Kristine.

martes, 7 de diciembre de 2010

Capítulo cincuenta y nueve

Aquello probablemente iba a ser lo más difícil que hiciera en toda mi vida. Había tomado una decisión.

¿Cómo se le dice al que iba a ser tu futuro marido que ya no lo sería?

Entré a la habitación del hotel, desde luego de ver a Sergy tenía que ocuparme de Eli, aquello no se iba a quedar así. No se iba a ir de rositas.

Toda relación con ella terminó en el momento que apostó nuestra amistad y mis sentimientos a saber a cambio de qué estupidez.

- ¿Hola?- pregunté al no oír ningún ruido.

Pasé y observé que no había nadie, quizás había salido a comprar otro de sus trapitos o a joder vidas por ahí.

Busqué por ahí en el armario un vestido para la noche siguiente, no tenía mucho donde elegir, pensaba cogerle algo a Eli, total ni lo iba a notar. Decidí esperar a la noche siguiente para de un tiro matar dos pájaros y de paso aprovechar para aprovecharme lo que debería haber hecho hace mucho tiempo. Al abrirlo me percaté de que el 70% del armario, el cual correspondía a Eli estaba totalmente vacío, solo quedaban las perchas donde anteriormente colgaban caros vestidos de Channel y Versace. Seguido a esto, y extrañada fui al cuarto de baño para asegurarme si estaban sus cosméticos, cremas, perfumes y demás potingues. Nada. No había nada.

Así pues; decidí llamar a Cesc, quizás sabía algo.

- ¿Cesc?- pronuncié al oír como descargaba el teléfono.

- Abby, espera- era la voz de Eli. Os puedo jurar que nunca antes había sentido aquel odio hacia Eli. Una especie de escalofrío recorrió mi cuerpo al marcar el número de Cesc y oír la voz de ella.

- ¿Qué coño hac…

- Abner, Abner… cálmate. Solo ha venido a preguntarme por Jennet.

- Espera y… En quince minutos en el Palace. Te espero en la puerta. Te quiero- colgó.

- ¡CES..

Furiosa tiré el movil contra la cama, y tuve tan mala suerte que rebotó cayendo al móvil. No me lo pensé dos veces y cogí un taxi dirección Palace.

Entré al no ver a Cesc en la entrada. Me daba mucha vergüenza entrar con aquellas pintas que me cambié antes de salir. Pude ver como el recepcionista al ver que me acercaba al mostrador gesticulaba caras muy poco simpáticas o agradables.

- ¿La habitación de Francesc Fàbregas?- pregunté amablemente.

Tras hacerme un profundo análisis con la mirada examinando mis vaqueros que tenía desde hacía dos años de los cuales estaba muy orgullosa ya que significaba que había perdido peso y a una camiseta de MCR que encontré por ahí tirada, no sé ni por qué la eché.

- Perdone, pero no se puede dar esa información a..- gesticuló desagrado- fans- sonrió intentando ser amable.

- Eh que y…

- Viene conmigo- interrumpió Cesc llevándome con él cogida por la cintura hasta el ascensor por el cual debía de haber bajado.

- ¿Creían que eras una fan?- se burló mientras me cogía frente a frente con sus dos manos sujetando aún mi cintura soltando una carcajada.

- ¡Estúpido! ¿Qué hacía Eli contigo? ¿Dónde está?- exigí enfadada.

- En su habitación.

- Acabo de venir de allí y no est..

- Se aloja aquí.

- ¿¡QUÉ!?

Puta.

- Calma, mira Abby, la Eli que tu conoces, agradable buena y ..

- ¡Y UNA MIERD...

- Ab

- ¡ES UNA..

- ¡Abner, espera! Esa no es, mira antes de que tú conocieras a Eli, o de que te juntases con ellas, no sé si oíste algo de cómo era, pero desde luego tuviste suerte de no conocerla así. No imaginas lo que llegó a hacer, ha conseguido putear a la gente más rígida que conozco, entre ellos Piqué, así que te pido que te calmes.

- ¿¡La estás defendiendo!?

- No, te estoy diciendo lo que sé. Conozco a Eli como a la palma de mi mano.

Al llegar a la planta décima vi como Gerard salía enfurecido dirección hacia el ascensor donde nos encontrábamos.

- ¿¡Donde está Eli!?- le preguntó el rubio a Cesc mientras que a mí se limitó a mirarme de una ligera pasada sin expresión alguna.

- No ho sé, per qué?- mintió él.

- PER QUÉ?!- gruñó y bufó seguidamente entrando al ascensor y eligiendo una planta.

- ¡Espera, espera mañana a las once cenamos en el Vela, idea de Kristine- avisó el futbolista moreno.

- D’acord.

Las puertas tras esto se cerraron llevando consigo la fiera del rubio en él.

- ¿Por qué le has mentido?- Nunca me llegó a contestar.

Tras una larga e intensa noche con él a la mañana siguiente el tono de llamada de mi móvil me despertó cuando tan gustosamente estaba dormida.

- ¿Qué quieres mamá?- pregunté inconscientemente cuando aún ni había abierto los ojos al descolgar el teléfono.

- ¿Abby? Por favor no cuelgues soy Sergy- Esto hizo que abriera los ojos rápidamente y me sentara en la cama en un instante,

- Ehm…

¿Y ahora que?

- Esta noche a las once en el W- le informé.

- Abb…- colgué.

Si, soy y siempre seré una cobarde.

- Mmm.. ¿Quién era?- preguntó Cesc aún dormido y remoloneando por la cama mientras me besaba por el homrbo.

- … mi madre- mentí.

Cuando estaba lavándome la cara vi- reflejado en el espejo- como Cesc con el torso al descubierto mostrando sus mejorados abdominales se acercaba a mi y me acunaba con sus fuertes brazos.

- Le diré a Eli lo de esta noche.

Zorra.

- ¿Sabe que va Gerard?

- ¿Crees que diciéndole eso aceptará?- ironizó.

- Bueno, al fin y al cabo no pueden estar el uno sin el otro.

- Pelearon ayer, por lo visto el titular fue: “Piqué y un calentón de metro sesenta moreno en las 239”

- Tu móvil está en esa mesita- aclaró sin cambiar lap posición que había mantenido desde que había entrado, ni siquiera se molestó en mirarme, ni cuando monté el escándalo.

Me acerqué a ella y lo cogí, estaba junto a una caja de preservativos.

- ¿Tirándote a Jennet, Bernabéu? Tiene diecisiete.

Pude ver como empezó a sonreír sarcásticamente como yo llevaba haciendo todo el rato.

- Diecisiete tíos de experiencia dirás. Deberías estar desnegada ya respecto a tu hermana, Anderson- respondió con el mismo tono que usé anteriormente.

- Perdona, ¿yo tengo hermana?- esbocé aquella sonrisa que atrás había humillado a tanta gente y ese tono de voz que fue tan peculiar.

Se había pasado todo el rato, desde que llegué sin moverse y barajando o no sé que haciendo con unas cartas de poker junto a él sobre la cama, pero al pronunciar esta última frase, las dejó sobre la cama y me miró.

- Vaya, pero si eres Elizabeth, pensaba que eras una perdedora llorica que ha estado paseándose por la ciudad desde hace tiempo- exclamó incluso con un ápice de alegría diría.

- ¿Si?- no dejé en ningún momento de sonreír de tal forma, aquello parecía una iglesia, la ironía, el sarcasmos y sobretodo la hipocresía predominaban- Vaya, yo vi a otro en la azotea del W que se fue con el rabo entre las piernas y sus palabritas de amor metidas en la boca, ¿curioso, verdad?

Ahora si, había dado en orgullo de Gerard Piqué de lleno, ¡Oh yeah!, se levantó y se acercó tanto a mi cara que pude notar su respiración.

- ¿Y luego lloras que por qué no te quieren ni ver?- dijo en tono amenazante.

- Cabrón- mi sonrisa se borró de mi cara al oír aquello. Sabía a que se refería- Caes demasiado bajo, Geri- volví a dibujar una línea curva son mi boca- No soy como tú- le recordé.

Echó a reir.

- Eli, Eli, Eli… sabes que siempre serás como yo… o espera… peor- sonrió imitando mi sonrisa- Yo no vendo a mis amigos.

- El limite de mi paciencia está muy cerca y tú lo conoces, estimat- imité ésta última palabra en el mismo modo de cómo lo dijo la que supuse que fuera su novia.

- Veo que recuerdas a Nuria, simpática eh- esbozó una grandísima sonrisa. Hijo de puta.

- ¿Nu… Nuria?- mi sonrisa volvió a desaparecer.

Gerard Piqué no iba a destruir nunca más a Elizabeth Anderson.

- Claro, igual que Fernando.

Nos quedamos callados unos minutos, aquello iba a ser una bomba nuclear como siguiera así, destrucción por parte de ambos, ¿pero sabéis qué? No me importaba en absoluto.

- Ay, ay, ay- comencé a dar vueltas por la habitación- ¿Me echas en cara lo de la apuesta, pero… has pegado a tu mejor amigo, a Abby y luego para colmo lo de tu hermano, ¡bravo!- aplaudí.

- Eli, estimat, que puta en el diccionario se busca por tu nombre- sonrió mostrando sus impecables y brillantes dientes.

- Oich- simulé que me había herido- ¿crees que me afectan a estas alturas tus palabras?- miré hacia sus partes- ¿... picha corta?

Rió a grandes carcajadas.

- Creo que deberías de saber de lo que hablas antes de decir nada.

- Cierto, debería preguntar antes en el prostíbulo de mi hermana.

- Cuanto daño me haces, Eli- simuló tristeza.

- Pero te lo haré, y sabes que siempre cumplo mis promesas.

Me acerqué a él de forma provocativa hasta quedar a un par de centímetros quizás de su cara.

- Sabes que lo haré- susurré.

Él no dijo nada, pude sentir como luchaba contra la atracción de impulsar sus labios contra los míos.

Inesperadamente al cabo de pocos segundos tras eso me cogió bruscamente tirándome hacia la gran cama de matrimonio que presidía su habitación.

Cuando estaba a un milímetro no más, dispuesto a besarme hice lo que cualquier mujer desearía hacer.

- Geri, no más fantasmas- esbocé de nuevo una sonrisa sarcástica.

Cuando se impulsó para besarme aproveché esa misma inercia para echarle al lado de la cama y me levanté saliendo de allí, dejando tras de mí el orgullo de Gerard Piqué pisoteado.

No pararía hasta verlo hecho cenizas.

- ¡Eh!- oí gritar cuando salí de la habitación y estaba a unos cuantos metros en línea recta del ascensor.

- ¿Qué pasa tío?- decían otros extrañados.

- ¡ELIZABETH!- chillaba como un loco enfurecido.

Sonreí, aquello no era ni el aperitivo, ahora iban a saber quien era Elizabeth Anderson.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Capítulo cincuenta y siete

No podía volver a haberlo hecho otra vez, no habría podido ser capaz.

Qué mierda, si, lo habían vuelto a hacer… otra vez. Pero aquello se acababa ahí, la dulce y adorada, y en especial sensible y frágil Eli había llegado al plazo de caducidad, volvió aquella Eli que no tenía ningún escrúpulo por destruir a alguien para conseguir lo que quisiera, aquella que los sentimientos los vendía y era capaz de aprovecharse de la más indefensa de las personas con tal de conseguir lo que quería. Sí, había vuelto.

Bienvigut Elizabeth Anderson

Me acerqué a la cafetería donde debió de caérseme el móvil. Entré, estaba casi vacío excepto una pareja y unos cuantas personas más comiendo algo mientras usaban el portátil o simplemente leían. Me acerqué a la mesa donde aún perecían nuestros cafés que habíamos tomado.

Busqué pero no estaba por ningún lado.

- ¡JODER!- chillé captando la atención del alguna que otra mirada.
- Perdone señorita. ¿busca su móvil?- se acercó a mi un camarero de tez más oscura de lo que la española era hablando un patoso y patético inglés.
- Si, ¿Dónde está? Y no me diga que no lo han visto, porque con un chasquido de dedos puedo hacer que este bar esté en la quiebra y su carrera o lo que – le miré con desprecio- sea que tenga, si es que tiene algo, lo pierda.
- Eh, no, no señorita. Venía a decirle que el futbolista que anteriormente estuvo aquí se lo llevó, dijo que él personalmente se lo devolvería.
- ¿Qué futbolista?- al levantar la cabeza furiosa por al respuesta que obtuve me golpeé con la mesa, ya que estaba arrodillada a ver si estaba bajo aquel mugriento lugar- ¡mierda!- me quejé.
- Se-señorita, ¿está bien?
- Qué futbolista- aumentó mi ira, y por lo tanto mi novel de voz se engraveció.
- Ge-gerard Piqué, señorita. Estuvo hablando con usted antes- agachó al cabeza.
- Será hijo de p…- me levanté y me fui.

Cogí un taxi. No pensaba volver a aquel hotel y menos con todos allí esperando para preguntarme ‘¿Cómo estás Eli?’ o simplemente ver a Fernando, no me apetecía.

- Mmm…- me paré a recordar los conocimientos del poco habla catalán que conocía- Hi ha aquí hotel Palace?
- Por supuesto- respondió el taxista en inglés, debió de notar mi acento.
- Allí- ordené- Y rápido- alenté.



Entré al hotel, no tenía comparación alguna con ningún hotel, y mucho menos con el de Nueva York. Desde luego el glamour era un término desconocido para los españoles. Hortera era su seña de identidad.


- Una suite.
- ¿Su nombre, por favor?- sonrió educadamente el recepcionista.
- Jennet Anderson- respondí.
- Bien, espere un momento, por favor.
- ¡OSTIES!- oí que alguien se dirigía a mí desde atrás.

Sinceramente en aquel, momento no estaba para conversaciones entusiastas o para hacerme la simpática. Me giré de todas formas para ver quien era.

Carles Puyol, ¿quién sino?

- Vaya, hola- saludé sin ningún ápice de entusiasmo o sorpresa.
- ¿Qué haces aquí?!
- Aquel hotel… me aburría.
- Vaya… pero… ¿has venido sola?
- ¿Hay algo de malo?- pregunté con tono amenazante.
- Ehm… no, no. Pensaba que venías a visitar al equipo, como estamos aquí antes del partido del martes...
- ¿Qué? ¿Está aquí Gerard también?- aumentó mi interés al recordar que ahora también pertenecía al club.
- Pues si… justamente acabo de bajar de su habitación…- respondió dubitativamente.

Con una sonrisa aparentemente simpática, que en realidad escondía una segunda intención nada buena, le pregunté:
- ¿En que planta está?
- Décima, 239.
- Bajo enseguida- me giré para informarle al recepcionista, el cual estaba usando el teléfono.

Subí en el ascensor, donde un chico justo antes de cerrarse la puerta entró.

- Por poco- rió tímidamente haciéndose el simpático. No pensaba participar en los siempre patéticos intentos de buena conversación en un ascensor, me ponía enferma.
Me fijé en su camiseta de color llamativo fucsia de la cuala destacaba un familiar escudo en ella. Quizás si debía responderle.
- ¿Fútbol Club Barcelona?
- ¿Eres otra fan loca?- preguntó el chico de unos pocos centímetros más alto que yo, quizás metro setenta y algo con corta melena castaña y ojos verde esmeralda.
- ¿Eres otro futbolista gilipollas?- sonreí sarcásticamente.

Echó a reír.

- ¿Dónde está la habitación de Gerard?
- Ehm… no creo que a Pep le guste mucho que visites a Piqué…
- A mi lo que a Pep le guste me da completamente igual- contesté sin dejar de esbozar aquella sonrisa.

- gerard Piqué- exclamé serenamente mientras empujaba bruscamente la puerta de su habitación, la cual estaba entreabierta.

- Tío, yo…- intentó explicarse el chico del ascensor por detrás.

Pude ver como se encontraba allí con otros tres jugadores más,

- ¿¡Y esta!?- exclamó con un tono repugnantemente mientras inspeccionaba mi escote seguido de mis piernas.

Sonreí, me estaba acostumbrando a aquella plácida sonrisa.

- Mírame un segundo más y hago que te crucen la cara.

Asustado por mi amenaza se levantó y los demás con este y se marcharon.

- Qué coño haces robando mi móvil y con la zorra de mi hermana- me referí a él, que ni se inmutó un milímetro.

- ¿Jennet?- exclamó escéptica Eli mientras su hermana rodeada por miles de fotógrafos y periodistas se metía en un taxi.
- No sé a que juega Geri, pero no es nada bueno..- comentó Cesc.
- Y menos con Jennet-añadió Kristine.
- ¿Qué pasa aquí?- pregunté desconcertada. Todos parecían saber algo que yo desconocía.

Eli se deshizo de la goma que sujetaba su gran melena morena permitiendo que el viento que Barcelona sacase esa Eli que nunca antes yo había visto, una Eli que muchos de ellos preferirían no haber vuelto a verla.

- Bien, si quieren guerra, la tendrán- sentenció esta y se adelantó perdiéndose entre la multitud catalana.


- Bueno- comenzó a decir Kristine mientras veía como aquella Eli que Kristine conocía perfectamente se iba- ¿podríais juntaros mañana todos, incluídos Gerard y Eli, por la noche en el hotel? Es urgente- suplicó- Incluido Sergy- me miró.

Tras esto al igual que había hecho Eli se marchó.

- Cesc, ¿Qué ocurre aquí?- se acercó a mi y me acarició con ambar manos las mejillas cuidadosamente.
- Es todo muy complicado, demasiado. Es mejor que no lo sepas- me acarició con un dedo suavemente mientras me recogía un mechón de pelo.
- Pero… sé que algo pasó con Gerard y Eli en el pasado, algo amoroso, pero Eli nunca quiere decirlo, y por otro lado Kristine dice que son asuntos turbios… por favor Cesc, quiero ayudar.

Un silencio se apoderó del catalán.

- Lo siento… no puedo- dijo finalmente rompiéndolo.



Al cabo de un largo paseo por aquellas calles, caí en la cuenta de lo que Gerard me había dicho en la cafetería, pensé que quizás le me lo dijera. Miré el reloj, había pasado una hora y media desde lo acordado.

Asumiendo que no estaría, pensé en ir de todos modos.

- Tengo que irme, Cesc- comencé a desprenderme de su mano que estaba cogida de la mía.
- ¿Ya? ¿Dónde? No, espera… por favor.
- Tengo que irme- sentencié.
- Te llevo.
- No, ya… tengo que ir a ver a la madre de Sergy- improvisé.
- ¿Qué… vas a hacer?
- Yo..- bajé la mirada al suelo.
- ¿Vas a seguir con la boda?
- Yo… no tengo nada claro.
- ¿¡Qué!?- exclamó- ¿Te vas a casar con ese cobarde?- no sabía que decirle.
- ¡Ese cobarde me.. hemos estado muchos años juntos, me ha ayudado mucho cuando más lo necesitaba, fue el que más estuvo ahí cuando tú…
- ¿Yo qué?- me miró fijamente sin ninguna buena expresión en la cara.

No dije nada más, no quería seguir con aquella conversación, quería irme.

- Yo qué-me cogió por los codos agresivamente- repitió- ¡YO QUÉ ABBY!
- Tú me rompiste el corazón- susurré.
- Te he pedido disculpas un millón de veces, te mandé miles de cartas donde te explicaba todo, ¿¡qué más quieres?- gritó sin bajar el tono de voz.
- ¿Qué me explicabas todo?- gritñé desconcertada yr abiosa- lo único que decía tu carta era que lo sentías, y no quedó muy claro.
- Te mandé diez cartas, Abner. ¿A eso le dices que no queda muy claro? Y tuviste la decencia de esperar cuatro años a responderme, y si no llega a ser por Piqué ni llego a verla.
- ¿¡Qué!? No seas mentiroso- retiré la mirada para evitar que viese como una lágrima caía por mis mejillas, apartó sus manos de mi cuerpo totalmente.
- Abby, te mandé diez cartas, lo juro. ¿Qué coño dices? ¡Donde te ponía que lo sentía, que te había hecho mucho daño, que me contestases, que esa puta apuesta con Eli solo era un juego más entre ella y yo… ¡TE QUIERO ABNER! ¿no lo entiendes?
- ¿Qué? ¿Qué has dicho?

¿Eli?

sábado, 4 de diciembre de 2010

Capítulo cincuenta y cinco

- ¡Donde estabas, hermana!- me gritó Kristine cual estuviere sorda cuando me vio aparecer.
- Es que… no encontrab…
- Este quién es- preguntó con cara escéptica.

Había echado de menos a aquella Kristine, de la misma forma que hasta hacía unos años había sido Eli, la cual fue su maestra particular.

- ¿Kristine?- replicó Cesc al ver que no le reconoció.
- ¿Eh?- se sorprendió esta.
- ¡Sóc el Cesc!- exclamó este.
- ¡OSTIES!- gritó efusivamente ella de nuevo y se abalanzó sobre él para abrazarlo- ¡me alegro mucho de volver a verte!
- ¿Seguro que esta es Kristine?- me miró y preguntó ahora él escéptico.

Sonreí, no pude evitar hacerlo. Todo estaba siendo perfecto aquel día.

¿Ese sentimiento de todo lo que más has odiado durante años pueda hacerte de repente lo que más feliz te haga? Eso era lo que yo sentía.

- ¿Y Eli?- pregunté.
- Allí- se apartó dejándome verla sentada cual niño pequeño encogida de rodillas en un banco que había a unos cuantos metros de donde nos encontrábamos.
- Voy a hablar con ella.
- No, iré yo- impidió Cesc interponiendo su brazo delante de mi pecho, evitando así que pudiera continuar.
- Cesc- le miré confusa.
- La conozco como muy a fondo.

Pude ver como Cesc con las manos metidas en los bolsillos se acercaba hacia Beth.
Ella levantó la cabeza, cuando supuse que él hiciera acto de presencia, volvió a bajar la cabeza y seguido a esto se levantó y efusivamente le abrazó.

- Bueno, ¿Algo que contar? ¿es esto alguna especie de encuentro de amores perdidos?- dijo Kristine.
- Ehm… bueno… no exact..

Entonces pude ver como volvían Cesc y Eli mientras Cesc pasaba su fuerte brazo por detrás del hombro de ella.

- Creo que se me ha caído el móvil en la cafetería- confesó avergonzada Eli.

Todos los allí presentes reímos mientras Cesc removía el pelo de ella como si de una niña pequeña se tratase.

- Pues venga, ¡vamos!- dijo Kristine mientras cogía a Eli por el brazo.


- Cesc, ¿Qué vamos a hacer? – pregunté camino a la cafetería mientras íbamos cogidos por la mano.

Fue entonces cuado a unos pocos metros de distancia pudimos observar como frente al hotel Regina un cúmulo de periodista cubría la entrada.

- Joder, ¿más prensa?- me apretó la mano. No pude evitar reir.
- Espera, creo que no van a por ti, al menos ahora. No eres tan importante como te crees- saqué picarescamente la lengua burlándome así de él.
- Yo también t’estimo, Abby- rió satisfactoriamente.

Kristine, al pararnos, tropezó con nosotros.

- ¡Joder hermanos, que pasa joder!- exclamó con aquella característica voz al vernos parados como estúpidos a unos metros de la puerta del hotel.

Kristine, que al contrario que Eli pareció comprender la situación, siguió andando cogiéndonos por la manos a Cesc y a mi y arrastrándonos como a dos niños a seguir nuestro camino.

- ¡Vamos!-añadió- ¿no te asustará unos cuantos periodistas, no Cesc?- esto último lo dijo con una voz más angelical pero provocadora.
- ¿Bromeas? Nada tras haberte teñido el pelo y sobrevivir a tus torturas me asusta.

Desconocía aquella anécdota, en la cual Kristine y su- o el que yo consideraba que era su color natural de pelo- fue por una jugarreta de Cesc que finalmente le terminó gustando a ésta. Aunque como todo el mundo sabe nadie, nunca, se salva de las torturas de Kristine.

Cuando estábamos seguros de que se iban a abalanzar sobre Cesc, pudimos oír como la reportera daba un comunicado, del cual Cesc nos tradujo asombrado.

- Si. Si, como ya te he dicho, Jordi, estamos esperando a Gerard Piqué para que nos afirme las declaraciones de esta mañana.

Y justo en ese mismo instante observamos como Jennet Anderson salía del hotel, del cual sorprendentemente fue seguida por Gerard Piqué.

Obviamente y nada sorprendente fue que los periodistas persiguieran al futbolista, pero lo verdaderamente inesperado para todos fue que una gran parte de todos ellos se lanzaran a hacer fotos y preguntas a la hermana de Elizabeth.

Jennet Anderson; recordad ese nombre, es el nombre de la primera señal de guerra.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Capítulo cincuenta y cuatro

- ¿¡Pero qué.. qué haces!?- exclamé. Me retiré de él apartándome apoyando mis manos contra su musculado pecho- ¡estás loco!- exclamé de nuevo sin poder evitar una risa nerviosa.

Todo el mundo comenzó a mirarnos. Algunos suspiraban, otros bufaban y pasaban de largo e inclusos otros nos echaban fotos.

- ¡Tú me has vuelto loco!- sonrió como nunca antes había sonreído y me acercó a él de nuevo y me besó con sus cálidos y tiernos labios.

Alguna gente se entusiasmó tanto que llegó a llorar de la emoción.

Fue… como un cuento de hadas que se les cuenta a las niñas antes de dormir.

- Ven- dijo de repente y me cogió por la muñeca llevándome hacia el arcén de donde el había aparecido.

- ¡Para!- no podía parar de esbozar aquella estúpida risa feliz y nerviosa- ¡estás loco, Cesc!

- ¡Confía en mí! ¿Eres capaz?- me miró fijamente.

- Creo que esa pregunta la respondía hace años- le sonreí de nuevo y le agarré fuertemente la mano.

Y así fuimos de mano de la temeridad por las calles de Barcelona, jugándonos que nos atropellaran o en un, no tan grave caso que nos multaran. Si, la cordura la perdí en el momento en que Barcelona me pudo ver de la mano de Cesc Fàbregas.

Llegamos a hasta un edificio de unas características peculiares, tardé en reconocer que estaba ante, el que tantas veces había estudiado y visto fotos de él, de las miles de veces que Eli me había nombrado, del edificio de La Pedrera de Antonio Gaudí.

De una forma muy cómica y bastante rebuscada, nos introducimos con un grupo de turistas asiáticos en la visita que estaban haciendo, separándonos del grupo al cabo de unos minutos llegamos a una serie de puertas seguida de escaleras hasta que finalmente vislumbramos la luz de nuevo.

- Esto es…

- Precioso, ¿verdad?- completó él- me gusta venir aquí a pensar- hice hincapié para decir algo, pero comenzó a hablar de nuevo- espera- silenció con un dedo de su otra mano que no sujetaba la mía mis labios para dejarle hablar- es hora, que después de mucho tiempo sepas tú algo de mí.

Nos acercamos a junto a un conducto de ventilación donde nos podíamos sentar, el sitio era bastante pequeño así pues, él se sentó y me cogió por la cintura y me sentó sobre sus rodillas.

Sus intensos ojos negros miraban al horizonte, sin ningún punto fijo en especial. Yo, por otra parte me dediqué a observar sus intensos y brillantes ojos negros.

- ¿Sabes? No te digo esto para que me perdones, tampoco para que me veas ahora como un pobre chico, ni mucho menos para parecer una víctima inocente, por que no, no lo soy.

- Cesc…- me atreví a llevar mi dedo hasta su incipiente barba. La toqué, esperaba que fuese áspera y ruda, pero me encontré con la sorpresa que era cálida y suave al igual que los besos de sus labios.

- Mi madre nos abandonó a Carlota y a mi cuando éramos solo unos niños, nos dejó a cargo de mi madre, mi madre al cabo de unos meses se echó a la bebida- bajó la mirada hacia mi mano izquierda que reposaba en mis muslos sin hacer el más mínimo gesto- pasamos meses sin verla, Abner, meses- recalcó.

- Yo… lo sien..

- Mi padre al cabo de 10 años, pidió mi custodia y me llevó a Boston, donde tuve la suerte de conocerte, y me obligaba a que entrenara día tras día.

- ¿Por qué?- exclamé confusa.

- Decía que si no llegaba a ser de los mejores juraría que haría lo posible por arruinar la salud anímica de mi madre.

Boquiabierta, ¿y vosotros?

- Pero Cesc, ¡era su mujer!

- Mi padre siempre ha sido un cabrón, un hijo de puta, un… y lo peor es que yo soy como él- me cogió por la mano y la llevó hasta su mejilla, donde unas milésimas de segundo más tarde pude notar como una silenciosa y pequeña lágrima mojaba una franja de mi mano.

Le abracé, le susurré que estaba allí. Ocurrió todo tan deprisa, tan inesperado. Estábamos en un mundo de loco, pensé.

- ¡CESC!- comenzamos a oír al cabo de un rato cuando volvíamos hacia el camino a la plaça de Catalunya- ¡ES ELLA TU NUEVA NOVIA, CESC?!- salieron de la nada miles de fotógrafos, periodistas, cámaras con apabullantes flashes.

- ¿Capaz?

- Capaz- le cogí por la mano y nos adentramos de nuevo en la cumbre de la temeridad.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Capítulo cincuenta y tres

- No te encontraba, ¿Qué hac…- se quedó callado al acercarse y ver con quien estaba su querida novia.

Lo que faltaba. Ahora no esta estaba Cesc para evitar que de nuevo los impulsos de Gerard generaran más moretones en mis brazos, aunque siendo realistas no creo que en aquel momento fuera a hacerme nada, y menos estando Eli delante.

- ¡Gerard!- exclamó Kristine, de la cual nos sorprendimos todos ya que incluso se levantó a saludarlo. Hace unos años ni hubiera levantado la mirada hacia él.

- ¿¡Kristine!? ¿¡Qué haces aquí!? ¡Cuánto tiempo!- sonrió éste ampliamente. Mientras tanto me dediqué a observar la cara de asco de Nuria, de la cual también se percató Kristine y no sé calló ni un pelo.

- Oye, ¿tu novia es tonta o es que come flores?- le preguntó a Gerard- Si qui-sie-ra fo-llar-me a tu no-vio ya lo ha-bría he-cho- se dirigió a Nuria hablándole de la misma manera que ella antes.

- Voy a pedir, ¿Qué quieres?- preguntó la teñida, sin antes no gesticular una cara de odio-asco.

- Cerveza-respondió Piqué.

Ella asintió y se fue.

Tras irse, nadie dijo nada, a lo que a Kristine le extraño bastante, solo había que ver su cara. Se había vuelto bastante expresiva.

- Uh, ¿Qué pasa aquí?- nos miró uno a uno manteniendo ese gesto de ignorancia sobre el asunto.

- Yo me voy- pronunció Eli cogiendo su gran bolso, o mejor dicho maleta, ya que parecía que llevase un cargamento en él, y se levantó dirección a la puerta.

Esperé, tanto yo como Kristine alguna reacción por parte de Gerard, pero; ¿Qué hizo?

Nada. Mirar hacia otro lado.

Asique Eli salió por la puertas mientras la observábamos. Aquello no iba a quedarse así, o al menos eso es lo que pensaba Kristine.

- Eh, ¿pero esta es tonta?- exclamó y me miró extendiendo los brazos- pero si hemos venido en mi coche- bufó- Desde luego Ger, te luces con las mujeres- le dio una palmada en el hombro y salió tras Eli.

Gerard se quedó allí en la misma posición mirando al suelo con la mirada perdida.

Yo me quedé al igual que él, inmóvil. No sabía que hacer si irme o quedarme.

De repente vi un puño chocar a escasos centímetros sobre la mesa donde yo me encontraba.

- Por qué- susurró.

- Gerard, yo… Fernando la quiere- solo pude decir.

- Aquí en cuarenta y cinco minutos… por favor- suplicó y se fue con una sonrisa en la boca, como si no hubiera sucedido nada, hacia donde se encontraba Nuria, tras esto la besó.

Salí de allí y llamé a Eli.

- ¿Dónde estáis?¿Que hacéis?- exclamé al no verlas por ningún lado de la calle.

- El gilipollas- respondió Kristine desde el móvil de Eli- A ver pone…- pude descifrar que buscaba alguna placa donde pusiera en que calle estaban- A-vin..guda de Ca..ta...luna o yo que sé- exclamó angustiada, a Kristine eso de los idiomas no le iba mucho.

Sabía más o menos donde estaban, ya que la vez anterior que visité Barcelona, Sergy me había llevado por allí. No estaban más que a unas cuantas manzanas de donde me encontraban, pero aun así me sorprendió que hubieran llegado tan rápidamente en menos de escasos minutos.

Cuando a penas me quedaba un par de manzanas comenzó a montarse un barullo en el arcén; miles de coches se pararon y comenzaron a vocalizar insultos que no comprendí y a tocar seguidamente el claxon.

Seguido a ello todas las personas que iban andando por la acera miraba hacia donde estaba el barullo para observar como miles de curiosos lo que sucedía, opté por obviar que se trataba de un atasco más en una gran ciudad. Estaba más que acostumbrada a ver esa escena una y otra vez en Nueva York.

- Abner Allsbrook- gritó alguien fuertemente desde una distancia considerable.

Me quedé totalmente paralizada y boquiabierta al oír aquello.

Nadie, absolutamente NADIE sabía mi nombre completo ni mi apellido. La gente comenzó a mirarme; y antes de que pudiese volver la mirada para ver quien era la persona que había dicho mi nombre sentí como alguien presionaba sus labios intensamente contra los míos.

- Bla, bla, bla, te quiero.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Capítulo cincuenta y dos

- ¿Pero qué..?

- Ha pedido que te lo sirva así-aclaró el barman.

Miré hacia ambos lados buscando al propietario de aquel siniestro aunque bonito gesto.

Finalmente seguí bebiendo tras hacerle preguntas sin respuesta al camarero acerca de aquello.

No recuerdo bien, pero después de un par de copas más de Martín y alguna que otro Tequila se qué que desperté encima de mi cama, algo que no recordaba haber hecho. Comprendí a Eli en aquel momento cuando me obligaba a callarme por la mañana.

- ¡Abby!, ¿Cuándo llegaste anoche? Que mal hueles- exclamó.

- ¡AAAAAAAAAAAAAAAAH!- chillé al abrir los ojos y verla a menos de veinte centímetros de mi cara.

- ¡AAAAAAAAH!- chilló también ella.

- ¡JODER HERMANO!- se oyó otro chillido burlesco desde la puerta de la habitación, ambas miramos hacia ella.

- ¡KRISTINE!- gritamos.

Eli fue corriendo a abrazarla mientras yo seguía muriendo en la cama.

Había cambiado mucho en lo físico.

Su pelo rojizo aun lo mantenía, recogido ahora en una larga coleta hacia un lado, de donde ella salían diversas rastas de diferentes colores, acompañado de un largo y enrevesado tatuaje que lucía en uno de sus brazos desde el hombro hasta el fin de la muñeca. Su estilo era un tanto salvaje una falda de tubo junto unos tacones negros y una camiseta informal completaban su conjunto, era completamente opuesto al vestuario de Eli; siempre formal y cuidado hasta el último detalle.

Decidimos ir a un bar en el centro de Barcelona.

- Bueno, ¿Cómo sabías que estábamos en ese hotel, o en España?- pregunté aturdida.

- Contactos- realizó un movimiento de cejas. Eli rió.

- Que va, en realidad fui a Nueva York, a vuestro loft, pero no encontré a nadie, así que decidí ir a Boston, por curiosidad si estabais allí, llegando a casa de tus madre- miró a Eli- me encontré a Mary- rió nostálgicamente mientras sacudía la cabeza- ¿la recordáis, verdad?

- Si- escupió Eli.

- Pues no sé como pero me contó que se había enterado de que estabas aquí con Sergy y Abby, así que me embarqué rumbo a España, ¡fin!

- ¿Y por qué sabe esa cosas de mi vida?- mantuvo la cara de asco Eli.

- Déjala, sabes que siempre le ha encantado los chismes.

- Afrontó mal que la dejara Gerard- comentó Kristine.

Yo deseé que no dijese aquel nombre una y otra vez. Nadie dijo nada, un silencio se prolongó durante minutos, no quise decir nada, pero Kristine nunca había tenido demora en decirle lo que pensaba a Eli, y ésta siempre acababa haciéndole caso, al menos cuando iba sobria.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué os calláis?- preguntó, como yo temía, Kristine.

- Kristine mejor que no…

- ¡NADA! Que Gerard ES UN GRANDÍSIMO HIJO DE PUTA- se sobresaltó incluso llegando a levantarse- eso pasa- sonrió irónicamente.

Me agarré a la mesa, no sé si fue por miedo a Eli o porque estaba mareada por lo de la noche anterior.

- ¡Abby! ¡Qué haces aquí!- exclamó una voz que temí reconocer. Giré hacia donde estaba y, en efecto, era ella.

- Nuria- sonreí incómodamente.

La guinda del pastel.

Eli la observó con una cara notablemente sorprendida.

- ¿Estás con tus amiguitas?- preguntó con despecho la novia del rubio.

- Si- sonreí falsamente.

- Hola, soy Nuria- se presentó hablando en un tono muy elevado, como si fueran idiotas- la novia de Gerard Piqué, el futbolista.

Las caras de Eli y Kristine fueron un cuadro, el mejor de todos los tiempos.

- ¿Esta es tonta o se lo hace?- se dirigió descaradamente Kristine hacia mi sin importarle la presencia de Nuria.

- Kristine- rió Eli y le dio un golpe en el codo.

Claro que la cara de Nuria tampoco tenía precio. Aquello parecía un patio de colegio.

- Nuria, Què fas aq..