Todos se quedaron callados. Sin duda aquello era un buen argumento para el guión de una película.
Eli salió por la puerta y nadie dijo nada, ni siquiera se inmutaron; Jennet y Piqué se sentaron, pero éste primero en ningún momento cruzó una mirada conmigo a pesar de que yo intentaba provocarlo, Abby por otro lado estaba anonadada y Kristine… cagándose en los muertos de todos.
No podía ver como Piqué podía dejar ir a la que tanto había quedo, a la única que había conseguido sacar lo peor de él, y lo mejor a su vez de él, había conseguido lo que nadie antes había conseguido le hizo llorar, le hizo incluso cantar, le hizo sincerarse, pero… habían pasado años y ni uno ni otro eran los mismos e iban a tirarlo todo por la borda. Como si un militar se prepara toda una vida para combatir y por miedo a morir no asistiera a la guerra.
Algo que tenía claro es que lo único y más valioso que había en aquella sala era Abner.
Saqué el móvil de mi bolsillo y marqué el nombre de Eli:
- ¿Dónde estás?- pregunté cuando descolgó el teléfono,
Se podía oir claramente incluso lo que me decía Eli, ya que aquello estaba reinado por el silencio más absoluto.
- Cesc, olvídalo. Me voy en veinte minutos- colgué.
No hizo falta más palabras para, conociéndola, saber donde estaba. Me levanté dirección El Prat.
- ¿Dónde vas?- preguntó confundida Abner al ver que me levantaba tras volver a guardarme el teléfono en el bolsillo.
- A hacer lo que otros deberían hacer- dirigí la mirada a Piqué, el cual deslizó la suya al suelo de nuevo o toqueteaba su iPhone sin hacer nada efectivo. Desconocía que aquel fuese el Geri que conocía.
Me levanté, pero antes de salir por la puerta por la que antes había salido Eli me paré frente a la silla de Piqué.
- ¿Vienes?- intenté por última vez y apoyé mi mano sobre su hombro. Tras un silencio respondió.
- No tengo nada que hacer- respondió sin tan siquiera mirarme mientras apartaba mi mano de su hombro.
- Déjame tu coche- casi impuse.
- No, G- interrumpió Jennet
- ¡CÁLLATE!- grité cual rugido de un león. Aquello me afectaba demasiado.
Como he dicho, todos lo allí presentes no valían una puta mierda, exceptuando a Abner.
Finalmente llegué al Prat- con el coche de Piqué- y sabiendo que viajaría a Bilbao busqué en la pantalla su vuelo: quedaban cinco minutos. Debía darme prisa para convencerla de que volviera con nosotros.
Allí la vi, era notable donde estaba con sus miles de maletas rosadas siempre tan… Eli. Corrí hacia ella.
- ¡Eli!- exclamé a lo lejos evitando que así se fuera.
- ¡Cesci! ¿Qué haces aquí?
- No te vallas Eli, ¿de verdad vas a irte por la muy…de tu hermana? ¿A estas alturas te duele lo que intente con sus mentiras?- echó a reir.
- ¡Para nada! Cesc, ya tenía previsto esto con Fernando y sinceramente no me apetece ver al que será mi ‘sobrino’ y tener que de cuñado a Geri. Para mi Jennet no existe-aclaró- Además quiero de verdad a F- se sinceró.
- ¿Pero y Kristine? Esta noche delante de todos iba a pedirle matrimonio a Abby.
- ¡Oh Cesc! Es genial, hazlo- me animó- pero… yo aquí no tengo nada que hacer- aquello me recordó a lo que antes había pronunciado Gerard al mencionarla- pero que no te quepa la menor duda que iré a vuestra boda – sonrió- ¡ah! Dale esto a Káh- sacó una nota de su abrigo- no la leas-advirtió- que nos conocemos- sonrió de forma que se podía ver su tristeza en sus ojos.
- No puedo hacer nada, ¿no?
- Me temo que no. Lo siento.
- Te quiero, Eli- la abracé.
- Y yo a ti, Cesc.
Y allí se fue, partiendo hacia el país vasco. Era triste ver como se perdía la compañía de una tan buena amiga por la poca hombría de otros.
No sería fácil olvidarla, otra vez.


0 comentarios:
Publicar un comentario