Llamé a Kristine una y otra vez cuando el despertador sonó a las diez de la mañana, pero ella siempre tan directa y sin complejo alguno por que se enterase todo el mundo cambió su mensaje del contestador exclusivamente para mí.
Eli, se que eres tú, y no, no te voy a decir el motivo por el que quiero cenar con vosotros. Así que jódete esperando hasta esta noche porque lo único que oirás de mi hasta este momento es el mensaje de mi contestador y tu rabia porque no te cojan el teléfono. Chau, chau!
Sabía perfectamente que aquello llevaba la más grande de las ironías.
Así que una vez vestida dispuesta a presentarme en su casa, me di cuenta de que la muy cerda no me dijo donde se alojaba, llamé a Cesc.
- ¿Si?- parecía que acababa de despertarse.
- ¿Dónde está Kristine?
- ¿Eli? ¿Para eso me llamas? Yo que se- oí una risa de fondo.
- ¿Está Abby contigo?- no esperé a que me respondiese- pásamela.
- Ehm… no creo que… pueda, está durmiendo, pero Piqué si lo sabe- A veces se me olvidaba que Cesc sabía como dar en el clavo. Cabrón.
- ¿Lo sabes?- eché a reír- tendrías que haber visto como gritaba por el pasillo: ‘¡ELIZABETH!- le imité- no sé como no le echaron del Palace- él rió, pero no era estúpida- y Cesc… nos conocemos demasiado como para que a estas alturas me eches esas mentiras.
Rió de nuevo.
- Baja, pero llama y no abras con horquillas, que nos conocemos y esto va a cuenta del club.
- Vale- sonreí satisfecha.
- Pero espera a que…- colgué. No me interesaban los detalles.
Una vez terminé de maquillarme cogí mi bolso y al mirar hacia el espejo que había al lado de la puerta pude ver que no me había peinado. Antes de bajar a la habitación de Cesc decidí darles tiempo bajando antes a desayunar.
Un consejo; si os alojáis en el Palace alguna vez lo mejor es amenazar con la imagen del hotel, ¡os darán desayuno a la hora que queráis!
Cuando me senté una vez ya con mi taza de capuchino en una mesa con vistas a la terraza desde donde se podía ver como los catalanes al igual que los neoyorkinos iban estresados corriendo de un lado para otro.
- Ehm… ¿eres ¡ELIZABETH!?- ésta última palabra la imitó de la misma manera que lo había hecho Geri.
Supe que no era Carles, ya que su voz era tímida, me giré para comprobar quien era.
- Ehm.. Supongo que si.. ¿eres…- me quedé mirándolo fijamente reconocí que era el chico del ascensor gracias a sus ojos verde esmeralda- ya veo, el del ascensor. Si vienes a decirme puta o algún insulto semejante puedes irte niño – le miré de arriba abajo con desprecio sin soltar la taza de la que bebía- puedes irte, digo- repetí al ver que no se inmutó.
- No, no solo me ha chocado. Todo el hotel, bueno al menos todo el equipo oyó la disputa vio… el final- rió tímidamente- nos sorprendió que alguien, sobretodo una mujer, pueda enfadar de esa manera a Piqué.
- Bueeeno…- le quité hierro al asunto, me estaba cansando del niño.
- Soy Bojan- se sentó en la silla libre que había en mi misma mesa.
- Y esa es mi silla- le sonreí. Rió.
- Vaya, ya veo; chica dura.
- Adeu- sonreí y se fue riéndose.
Nunca había visto que echen a un hombre y se fuera riendo después de ello, pero mira que llegaban a ser raros esos catalanes.
Subí tras terminar el capuccino. Como había prometido a Cesc no utilicé mis útiles e imprescindibles horquillas, mas que mis manos para abrir la puerta, la cual estaba entreabierta lo que me pareció muy extraño. Entré.
- ¿Cesc? ¿Abby?
Tras pasar un mini pasillo llegué a ver la cama que presidía la habitación.
- ¡AAAH!- chillé.
- ¡HOSTIES!- exclamó él quitándose los grandes auriculares. Estaba tumbado en medio de la cama escuchando música.
Tras de mí oí risas acompañadas del sonido de la puerta cerrándose.
- … - me quedé callada.
Aquello tenía nombre: putada.
- ¿Tan fácil te dejas engañar, Eli?
- No creo que tú hallas venido por ti mismo.
- Tú eso no lo sabes.
- Solo basta con ver que grito de nena has pegado: ¡hosties!- imité agudamente.
Pude ver como una línea curva entre dejaba ver sus dientes… ¿sonrisa?
- ¿Qué propósito tienen?- rompí el silencio que se creó minutos atrás.
- ¿Qué te emborraches? Me han dicho por ahí que es tu afición- dijo el muy hijo de puta.
Tranquila Eli. Era veintidós de diciembre y antes de irnos tenía que jugársela, no podía caer en sus palabras dañinas.
- La misma que tu a los gatillazos- tras esto me dirigí a la puerta.
En efecto, estaba cerrada. Pero ya fuese electrónica, de acero o de hace tres siglos mis técnicas seguían siendo eficaces. Salí de allí y tropece al abrirla con Cesc y Abby escuchando, le dí al abrir al puerta en la cabeza a Cesc.
- Jódete.
Eran las seis de la tarde, paseé por el paseo de Gracia buscando algo que ponerme esa noche, llevaba desde la una sin comer y buscando por miles de tiendas.
De repente el móvil comenzó a sonar.
- Joder, Cesc, ya te he dicho que no me enfado- contesté esperando que fuese otra vez él.
- ¿Qué?- rió.
- ¡F! ¡Mi amor! ¿Qué tal por Bilbao?
- Bien, cariño ¿Qué haces por allí?
- Buscar un vestido. Kristine, ¿recuerdas de la chica que te he hablado tanto de ella? Pues ha venido y ha organizado una cena- sonreí ilusionada de forma estúpida.
- Que bien! Verás Eli… estoy con mis padres y hasta el día uno no tengo partido y… me gustaría pasar este tiempo también contigo… pero en Bilbao. No me apetece ir a Barcelona, entiéndelo.
- ¡Me encantaría!- respondí sin dudar ni un segundo- salgo esta misma noche.
Me hacía sentir diferente. Nunca me había sentido de aquella manera.
- ¡Joder, ya era hora!- exclamó Káh al verme aparecer.
Me sorprendió mucho ver allí a Sergy sentado al lado de Abby. Era masoquista o algo. Cuando ya me había sentado al lado de Cesc y Káh y estábamos riendo y contando anécdota me fijé que había una silla más.
Oh no.
Entonces una ‘grata’ sorpresa apareció, mejor dicho dos.
- Eh, venga Káh, ¿algo más?-exclamé frustrada al ver aparecer a Jenny con Gerard. Hice hincapié para levantarme pero Cesc me sujetó por la muñeca.
- Venga, si, vete- alentó J.
- A dormir, bonita. Pero antes desmaquillate, osito panda.
- ¡ESPERAD, ESPERAD! ANTES DE QUE LA LIÉIS MÁS QUEIRO DECIROS ALGO- exclamó Káh, pero seguimos discutiendo y gritando a pesar de su petición- Bien… estoy embarazada- casi susurró, pero lo oímos notablemente.
El silencio reinó y todas las miradas se dirigieron a Kristine.
Pero no contenta y ambiciosa por ser el centro de atención…
- Ya somos dos- añadió Jennet abrazando por el brazo a Gerard, el cual miró hacia otro lado, cuando todos los miramos.. Pude ver como se regodeaba al decir cada un de esas palabras mientras acariciaba su vientre aun plano.
Ya no podía más, ¡si hombre! ¿y que más? Cogí mi bolso de la silla y la chaquetilla que me había comprado a conjunto esa misma tarde y me dirigí a la puerta añadiendo:
- No sé vosotros pero yo tengo un vuelvo a Bilbao- exclamé cuando salía por la puerta.
- ¡Eli, Eli, Eli! ¡Joder hermano!- gritaba Kristine.