sábado, 16 de octubre de 2010

Capítulo treinta y seis

- Joer, ya te vale Abby, no despertarme, eh- apareció en el último momento-como supuse- sentándose en el único asiento libre junto a Sergy.

- Te mato- le miré con recelo. Sergy echó a reir y removió el pelo de Elizabeth.

- ¿Por qué llevas el bolso abierto y..- hice una mueca de asco- y lleno de pelusas?- lo señalé.

- Ay, ¡es que me he chocando con un chico viniendo hacia aquí!

- Uy, uy, uy, ahora entiendo porque has llegado tan tarde- sugirió Sergy.

- Y por eso llevas la camisa- que acompañaba con una falda negra de tubo y unos grandes tacones blancos y negros de alguna cara marca- desabrochada, eh!- comenté.

- ¡Idiotas!- rió.

- ¡Por fin en Nueva Cork!- suspiró aliviada Beth al pisar suelo americano.

- Ni que hubieras pasado un calvario en Barcelona- comentó Sergy.

- No, pero todos hablan catalán y si ya de por si el español es una locura..

- ¡No sabes de que quejarte, pequeña leona!- volvía a tontear Sergy con ella.

Pasaron dos meses y yo cada vez estaba más histérica y más insoportable y por ellos más de dos veces la relación entre Sergy y yo se tambaleó.

Los del catering y los organizadores reclamaron nuestra asistencia en Barcelona, asi que tuvimos que volver a ir, eso si, con Elizabeth, últimamente se apuntaba a un bombardeo si era preciso. El último año no paraba de tener relaciones si es que se le podía llamar así a la primera mirada acabar en una cama follando. Estaba perdiendo la cabeza.

- ¿No decía que no te gustaba el habla española ni catalana?

- Dije que era difícil, no que no me gustara, además al ser una ‘guiri’ como ellos dicen se liga más, querido ‘cuñi’- apodaba Beth a mi futuro marido.

Cuando bajamos del avión, una vez más en Barcelona- y las que nos quedaban- un chico de larga melena rizada y color castaña se acercó a nosotros a la puerta de salidas del aeropuerto.

- Vaya, vaya, el que se fue y me dejó a medias jugando al pro, ¡cabrón!- exclamó el chico, Sergy rió.

- ¿Qué hace un jugador de futbol profesional aquí? Supongo que la prensa te perseguirá a todos lados, ¿no, Carles?

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