jueves, 21 de octubre de 2010

Capítulo cuarenta y uno

Cogí toda mi ropa, la cual que estaba desparramada por el suelo. Antes de salir por la puerta, me acerqué ala cocina(ambientada de forma americana) y vi un croissant encima de una de las encimeras adjunto a una entrada de fútbol y una nota que decía:

‘Espero que estés allí animándome, es muy importante para mí.

No me falles.

Nunca lo has hecho.

Xxx Cesc.’

La entrada afirmaba que el partido comenzaba a las cuatro de la tarde e instintivamente miré el reloj.

- Tres menos cuarto- puntualicé.

Salí de allí rápidamente y cogí un taxi.

- Al Camp Nou, por favor.

- ¡Hola! ¿Llego tarde?- saludé a Abby y sergy y me senté al lado de ésta primera. Me miró con cara de pocos amigos.

El partido comenzó y no entendía nada de lo que comentaban. Así que opté por encargarme de unos asuntos a través de la Blackberry.

- ¡Ay! ¿Pero que haces?- me quejé. Abby no paraba de darme codazos cada cierto intervalo de tiempo.

- Nada, déjalo- negó con la cabeza.

Gesticulé cara de no entender nada.

Después bufé.

Intenté prestar atención en ciertas ocasiones para comprender el partido y sobretodo buscar a Cesc; pero fue en vano.

También he de confesar que el fútbol no era una de mis pasiones, pelota para allá, para acá, no; pero supongo que por Cesc haría cualquier cosa.

El fútbol era un pin pon de personas.

Al fin de la primera parte Sergy y Abby bajaron abajo para saludar a Carles, supongo. Al cabo de unos minutos pensé en bajar yo también para buscar a Cesc, pero una llamada me retuvo.

- Hoola cielo, ¿Dónde estás?- saludó con ese peculiar acento vascuence que tanto me gustaba.

Me hubiera pasado horas y horas escuchándole.

- En el partido del Barcelona. Te lo dije anoche en un mensaje del contestador.

- Supuse que me esperarías o me llamarías, ya que estoy fuera haciéndolo yo- no le podía ver, pero imaginé fácilmente esa amplia sonrisa que utilizaba justo antes de besarme.

- ¡Oh Dios!- corrí hacia la salida.

- Te espero.

Colgué.

Antes de salir busqué a Abby, que la encontré en un puesto de comida rápida.

- Abby, voy fuera que ha venido F!- le dije emocionada.

- ¡No! Espera- sujetó del brazo

- ¿Por qué? ¿Qué pasa?

- Fernando no te conviene…

- ¡Pero que dices Abby! Si te encantaba – le recordé. Antes de girarme hacia la puerta.

- No, no.. ¡espera! ¡Fer… te engaña con otra mujer!- me giré.

- ¿Qué? Abby, no tiene ni puta gracia. Ninguna- puntualicé y me marché.

Por favor, aquello no. Otra vez no.

- Bueno, al menos ven cuando termine el partido- la oí decir.

¿Por qué había acusado de aquella manera Abby a F? Tenía miedo, dudas… otra vez.

- Amor- grité y fui hasta él echándome a sus brazos- te he echado de menos.

- Y yo, Eli- me besó en la frente mientras me abrazaba a su pecho.

Hacía mas de dos meses que no le veía, solo una semana después de la visita anterior y primera a Barcelona, vino a Nueva York como prometió.

Le besé, toque su pelo, le acaricié, le volví a besar y le abracé, no quería soltarlo, no podía.

Estuvimos paseando un largo rato sin alejarnos mucho de allí o eso creía y quería.

- Me ha dicho algo Abby que..

- Dime- esbozó una sonrisa sincera mientras me miraba con sus profundos ojos azules.

- Que... me has engañado…

Desde su metro noventa y cinco me observó. Pude ver como esa sonrisa pasaba a una fina dura línea recta.

- ¿Qué dices Eli?- rió.

- ¿Es verdad, F?- me temí lo peor.

Pero su intento de disimular la verdad era bastante pésimo, y eso no ayudaba mucho.

- Claro que no, Eli- sonreía aparentemente incrédulo.

Me conocía demasiado bien esas tácticas como para creérmelas.

- ¡Como has podido!

- ¡Que no!

- ¡Embustero, cabrón!

- ¿¡Es que eres idiota!?.- insultó.

Le abofeteé.

Me marché de allí a toda prisa.

Otra vez no, no por favor.

- ¡Eli, espera! Yo no… ¡JODER ELIZABETH!- le oí gritar por detrás.

Tras un indefinido y confuso tiempo recordé que Abby era quien tenía la llave de la habitación del hotel y aunque no quisiera verla ni hablar con ella, ni con nadie, fui a buscarla.

Tras preguntar a varia gente a duras penas en un castellano-catalán bastante patético, conseguí llegar al inconfundible estadio, entre por una puerta próxima a donde me encontraba, no me fije que ponía.

- ¡Au!

- ¡Hey, més cui..

Alcé la vista y un chico de mas o menos la altura de F y pelo rubio chocó conmigo.

- Perdona, yo no…- me excusé.

- Ehm..

- Lo siento..

- No importa- sonrió ampliamente.

- Es que no ha es un buen día... ¿Sabes como ha acabado el partido?

- Si, 1-6 a favor del Barcelona.

- Vaya genial- dije con un falso entusiasmo.

- Pienso que una chica como tú no se debería abatir de esa forma por un mal día- se agachó hasta conseguir que le mirase a los ojos. Le sonreí tristemente- ¿Quisiera tomar un café conmigo, chica desconocida?

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