Cogí toda mi ropa, la cual que estaba desparramada por el suelo. Antes de salir por la puerta, me acerqué ala cocina(ambientada de forma americana) y vi un croissant encima de una de las encimeras adjunto a una entrada de fútbol y una nota que decía:
‘Espero que estés allí animándome, es muy importante para mí.
No me falles.
Nunca lo has hecho.
Xxx Cesc.’
La entrada afirmaba que el partido comenzaba a las cuatro de la tarde e instintivamente miré el reloj.
- Tres menos cuarto- puntualicé.
Salí de allí rápidamente y cogí un taxi.
- Al Camp Nou, por favor.
- ¡Hola! ¿Llego tarde?- saludé a Abby y sergy y me senté al lado de ésta primera. Me miró con cara de pocos amigos.
El partido comenzó y no entendía nada de lo que comentaban. Así que opté por encargarme de unos asuntos a través de
- ¡Ay! ¿Pero que haces?- me quejé. Abby no paraba de darme codazos cada cierto intervalo de tiempo.
- Nada, déjalo- negó con la cabeza.
Gesticulé cara de no entender nada.
Después bufé.
Intenté prestar atención en ciertas ocasiones para comprender el partido y sobretodo buscar a Cesc; pero fue en vano.
También he de confesar que el fútbol no era una de mis pasiones, pelota para allá, para acá, no; pero supongo que por Cesc haría cualquier cosa.
El fútbol era un pin pon de personas.
Al fin de la primera parte Sergy y Abby bajaron abajo para saludar a Carles, supongo. Al cabo de unos minutos pensé en bajar yo también para buscar a Cesc, pero una llamada me retuvo.
- Hoola cielo, ¿Dónde estás?- saludó con ese peculiar acento vascuence que tanto me gustaba.
Me hubiera pasado horas y horas escuchándole.
- En el partido del Barcelona. Te lo dije anoche en un mensaje del contestador.
- Supuse que me esperarías o me llamarías, ya que estoy fuera haciéndolo yo- no le podía ver, pero imaginé fácilmente esa amplia sonrisa que utilizaba justo antes de besarme.
- ¡Oh Dios!- corrí hacia la salida.
- Te espero.
Colgué.
Antes de salir busqué a Abby, que la encontré en un puesto de comida rápida.
- Abby, voy fuera que ha venido F!- le dije emocionada.
- ¡No! Espera- sujetó del brazo
- ¿Por qué? ¿Qué pasa?
- Fernando no te conviene…
- ¡Pero que dices Abby! Si te encantaba – le recordé. Antes de girarme hacia la puerta.
- No, no.. ¡espera! ¡Fer… te engaña con otra mujer!- me giré.
- ¿Qué? Abby, no tiene ni puta gracia. Ninguna- puntualicé y me marché.
Por favor, aquello no. Otra vez no.
- Bueno, al menos ven cuando termine el partido- la oí decir.
¿Por qué había acusado de aquella manera Abby a F? Tenía miedo, dudas… otra vez.
- Amor- grité y fui hasta él echándome a sus brazos- te he echado de menos.
- Y yo, Eli- me besó en la frente mientras me abrazaba a su pecho.
Hacía mas de dos meses que no le veía, solo una semana después de la visita anterior y primera a Barcelona, vino a Nueva York como prometió.
Le besé, toque su pelo, le acaricié, le volví a besar y le abracé, no quería soltarlo, no podía.
Estuvimos paseando un largo rato sin alejarnos mucho de allí o eso creía y quería.
- Me ha dicho algo Abby que..
- Dime- esbozó una sonrisa sincera mientras me miraba con sus profundos ojos azules.
- Que... me has engañado…
Desde su metro noventa y cinco me observó. Pude ver como esa sonrisa pasaba a una fina dura línea recta.
- ¿Qué dices Eli?- rió.
- ¿Es verdad, F?- me temí lo peor.
Pero su intento de disimular la verdad era bastante pésimo, y eso no ayudaba mucho.
- Claro que no, Eli- sonreía aparentemente incrédulo.
Me conocía demasiado bien esas tácticas como para creérmelas.
- ¡Como has podido!
- ¡Que no!
- ¡Embustero, cabrón!
- ¿¡Es que eres idiota!?.- insultó.
Le abofeteé.
Me marché de allí a toda prisa.
Otra vez no, no por favor.
- ¡Eli, espera! Yo no… ¡JODER ELIZABETH!- le oí gritar por detrás.
Tras un indefinido y confuso tiempo recordé que Abby era quien tenía la llave de la habitación del hotel y aunque no quisiera verla ni hablar con ella, ni con nadie, fui a buscarla.
Tras preguntar a varia gente a duras penas en un castellano-catalán bastante patético, conseguí llegar al inconfundible estadio, entre por una puerta próxima a donde me encontraba, no me fije que ponía.
- ¡Au!
- ¡Hey, més cui..
Alcé la vista y un chico de mas o menos la altura de F y pelo rubio chocó conmigo.
- Perdona, yo no…- me excusé.
- Ehm..
- Lo siento..
- No importa- sonrió ampliamente.
- Es que no ha es un buen día... ¿Sabes como ha acabado el partido?
- Si, 1-
- Vaya genial- dije con un falso entusiasmo.
- Pienso que una chica como tú no se debería abatir de esa forma por un mal día- se agachó hasta conseguir que le mirase a los ojos. Le sonreí tristemente- ¿Quisiera tomar un café conmigo, chica desconocida?


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