lunes, 14 de febrero de 2011

Capítulo sesenta y seis

- ¡Cesc! ¿pero no habías ido a…?- evité delatarme.

- ¿A por Gery?- dijo él tranquilamente sin importar que me acababa de dejar en ridículo- ¡pero si está aquí!

- Ahora- dije enfadada.

- Es que… ¡Eli, que haces aquí!- exclamó cambiando de tema.

- Cesc- sonrió ella.

Entonces fue cuando un completo e incómodo silencio invadió la escena. Parecía eterno hasta que Cesc habló, ¡cómo no!

- Bueno, Ab. ¿No querías enseñarme ese vestido de Adolfo.. ¿Domingo?- Eli soltó una leve y casi imperceptible sonrisa al igual que hice yo. Desde luego Cesc y su sutileza para decirme que nos fuéramos nunca cambiaría.

- ¡Si!- exclamé emocionada. El muy capullo también sabía como hacer que se me pasara el cabreo rápidamente.

- ¡Pues vamos!

- Pe…pe… ¿ahora?

- Nada- me cogió por la muñeca sacándome de casa.

- Yo también voy- añadió Eli intentando escabullirse de lo que todos sabíamos que había llegado.

Cesc, tan perspicaz para lo que a él le interesaba añadió:

- ¿Puedes coger el bolso de Abner? Está ahí en el sofá- el cual estaba junto a ella. Ella asintió.

Rápidamente Cesc empujó a Gerard dentro de la habitación.

- ¡Dame las llaves!- alentó. Busqué en mis pantalones- ¡vamos!- al fin las encontré.

- Toma.

Las cogió y cerró la puerta dejando las llaves puestas para que en caso de que buscasen las de Cesc dentro de la casa (cosa imposible de encontrar, al igual que sus calzoncillos) no pudieran abrir. Y por último apoyamos la cabeza para escuchar el espectáculo.

Había quedado algo claro a lo largo de los años, y es que con Eli y Gerard las películas sobraban.

No se escuchaba nada excepto la fuerte respiración de Cesc y mía. Como si no hubiera nadie dentro de allí.

Pasados unos minutos oímos unos fuertes pasos, pero no eran de Eli corriendo hacia la puerta, no, eran más graves y no era el constante paso de un tacón sobre el parqué.

- ¿Y bien?- dijo al fin Gerard.

No conseguimos oír lo que Eli respondió; o tal vez gesticuló una cara de las suyas que lo decían todo.

- Vamos, Eli ¡admítelo! Me has estado espiando- rió Gerard.

- ¡QUÉ!- pude imaginar la cara de Eli en ese momento- ¿¡PEEEEEEERDONA!? No es que seas uno de los más anónimos del país. Además eres tú el que ibas a viajar a Cuba para buscarme, ¡que ni sé de donde te has sacado que he estado allí!- sentenció ella.

Gerard enmudeció.

- ¿Y tu novio?- contestó él haciendo caso omiso a las palabras de ella y lo que él había comenzado.

- ¿Quién, F? Muy bien, ahora marcho con él.

- Tenía entendido que ya lo habías dejado.

- Más quisiera mucha gente.

- Lo raro es que dure tanto un tío a tu lado.

- Suele pasar cuando no dejan preñada a sus cuñadas o se les engaña.

Gerard volvió a enmudecer.

¡De repente y para susto nuestro oímos como algo de lo debió ser cerámica o cristal caía al suelo rompiéndose! Cuando iba a gritarles para quejarme Cesc tapó mi boca para que pudiésemos seguir husmeando.

- Calla-susurró.

domingo, 23 de enero de 2011

Capítulo sesenta y cinco

- ¡Qué! ¡No me puedes hacer eso!- Me levanté gritando enfurecida.

- ¿Qué? ¿A ti? ¿por qué?- preguntaba escéptico.

- - Pero, ¿es que no lo entiendes? Gerard, no puedes ir, ¡NO! Todo es mejor sin ella, tú, Jennet, Rachel... Todos somos felices sin ella. ¿de verdad quieres que volvamos a pasar lo mismo, ahora que por fin se había acabado? Gerard... si vas, todo la felicidad que has construido para tí mismo, para Jenny, para la pequeña Rachel, para mi, para Cesc... caerá cual las torres gemelas, dejando errores por todos lados, y sobretodo con mucha desgracia.

Angustiado, y mas tranquilo que cuando había llegado miró a Cesc esperando una respuesta, un consejo. Éste, solo miró al suelo. Sabía que llevaba razón.

- Abby, déjalo- dijo al fin.

- ¡NO, CESC!

- Abby, si, puede que tengas razón pero así- negó con la cabeza- no soy feliz.

- ¿¡Y con ella si!?- exclamé escéptica.

¡Cómo se podía ser tan hipócrita!

- ¿Y la boda?- pregunté.

- Gerard solo juró que se casaría con una persona, y fue hace más de diez años.

- ¡Per…!

- ¡ABNER! ¡Vale ya! ¡Deja de pensar en ti misma solo por un momento, por tu felicidad y por lo que pasará! ¡No voy a volver a tirarme a Eli, si es lo que te preocupa!- un silencio reinó durante lo que parecieron horas unos segundos.

Me dolía volver a oír aquello por segunda vez, a pesar de que aquello fue diez años atrás. Tanto Gerard como yo miramos hacia otro lado, y es que aquello era más enrevesado que los asuntos internos del gobierno.

- No tenías que remover la mierda, Cesc- desafió con la mirada Gerard a éste último. Una mirada que nunca antes había visto por parte del rubio- Me voy- se despidió.

Una vez Gerard marchó, tanto Cesc como yo no nos molestamos en esbozar ni una sola palabra el uno al otro.

Al cabo de un rato me senté junto a él en el sofá para leer un libro de nombres vagamente.

- Por qué- rompió el hielo al fin.

- ¡Pero por qué, el qué!

- ¡Por qué vives en el pasado, joder!

- Porque te quiero- confesé, y una silenciosa lágrima discurrió por mi mejilla.

Se acercó a mi y me besó leve pero intensamente. Había llegado unmomoento en el que no podía enfadarme ni dos minutos con él. Aquello acabaría matándome. ME abrazó, yo imité su gesto.

- Explicame por qué, Cesc…

- Ab… ¿sabes? Lo suyo no es tan fácil como parece… tú no sabes todo lo que pasó, tanto uno como otro acabaron matándose, solo hay que mirarlos. ¿Gerard? Si, vale ha tenido fama ha salido adelante pero por dentro… está vacio, y ¿Eli? De bar en bar con una borrachera, cada uno a su manera. Están muertos por dentro.

- Llámame egoísta, pero quiero ser feliz, quiero serlo ¡contigo! Y no quiero volverte a ver separado de mí, Cesc… no quiero decirte adiós, no se me da bien…

- Eso no pasará, ya lo dije…hasta la muerte.

Al cabo de unos segundos susurré:

- Impídeselo

viernes, 7 de enero de 2011

Capítulo sesenta y cuatro

- Enhorabuena, está usted embarazada- sonrió alegremente la joven doctora.

- ¿¡En serio!? ¡Eso es genial, cielo!- exclamó entusiasmado seguido de un fuerte abrazo bajo la atenta mirada de la médico.

- Yo… voy a comprobar unos papeles- se excusó ella para dejarnos a solas.

No sonreí ni exclamé nada, aunque claro tampoco me podía sorprender mucho si llevaba un par de semanas vomitando y una persona con un poco de sentido común lo deduciría, ¿Qué por qué no puse ni una pizca de entusiasmo? Francamente sabía que aquello tendría un mal final.

Pero él no era tonto y se dio cuenta.

- Abner, ¿Qué te pasa cielo?

- Ehm… nada- sonreí forzadamente.

- ¿Estás bien?- insistió.

- Si, futuro papá- le puse entusiasmo a esto último.

Una vez llegamos al nuevo apartamento que ocupábamos desde hacía dos años en las proximidades al Camp Nou, donde Cesc insistió mucho en comprar el piso cerca de allí decía que era una forma de estar unido en todo momento en lo que fue y lo que era en ese momento. La doctora nos contó que estaba de tres semanas o por ahí andaba la cosa, y resultándome extraño vi como Cesc estaba muy ilusionado con la idea de ser padre, ¿Qué por qué me resultaba extraño? Porque él, Gerard y Carles desde que cuatro años atrás habían vuelto a estar juntos eran como auténticos niños pequeños todo el día haciendo bromas, en especial Gerard, yendo a ver el fútbol a casa de Carles, y viniendo a casa a hacer tortitas y llenando todo de chocolate que más tarde les obligaba a limpiar, pero eran felices y si a él le gustaba la idea de ser papá, todo era excelente.

- Ven, vamos, espera yo te abro- dijo él abriendo la puerta.

- Cesc, que estoy embarazada no inválida- reí, él sonrió avergonzado- Oh, tonto- exclamé al ver como se enrojeció y le di un leve beso.

Pues si, estaba feliz y estaba harta de que mis acorazonadas me impidieran disfrutarlo. Pero sin duda hubo algo que hizo que todo fuera a mejor, todo, absolutamente todo. ¿Que qué era? Que Elizabeth desapareciera.

Cesc había cambiado mucho, a mejor claro, había dejado de ser un mujeriego, se preocupaba por los demás, se divertía con sus amigos, y lo mejor es que tenía buenos amigos, e incluso Gerard había mejorado tras la marcha de Eli, ahora cuidaba de Jennet y Rachel, su pequeña, ahora era divertido, cordial, nada arrogante, y todos éramos buenos amigos.

El móvil comenzó a sonar.

- ¿Lo cojo yo?- preguntó desde la cocina Cesc.

- Tranquilo, pollastre, ja vaig jo.

¡Se me ha olvidado decir que aprendí a hablar la lengua, tanto catalán como español! Todo iba a mejor, definitivamente.

- ¿Kristine?

- No, tu padre- ironizó.

- ¿Qué pasa?

Hacía unos cuantos meses que no sabía nada de ella y tampoco del pequeño Eric ni Nasho.

- Es Elizabeth.

- ¿Qué ha pasado? Si está borracha, no me interesa, adee..

- Ha desaparecido- sentenció completamente seria.

- Que va, estará con Fer o habrán discutido y estará empinando el codo.

- No, hoy he estado con él, y no sabe nada de ella hace unos meses. Mañana voy a visitarte, ahora tengo que colgar.

La voz de Kristine no tenía ni un ápice de broma, y cuando Kristine hablaba en serio, era muy pero que muy serio, tanto que no había dicho ni un ‘¡joder hermana!’

Es entonces cuando sonó repetida y nerviosamente el timbre.

- Voy- exclamó Cesc aún con el delantal de cocina dirigiéndose a la puerta mientras yo me paraba a pensar lo que me acababa de contar Kristine.

- ¡Geri! ¡Qué pasa, tío!

- Cesc, tío, ¿tienes tú el número de aquel tío de Cuba?- exhalaba repetidamente, parecía sofocado.

- Ehm… si, ¿por? ¿Qué pasa?

Una vez recuperó la compostura contestó:

- Me voy a buscar a Elizabeth- sonrió.

- ¿Cómo puede ir tras ella después de tanto tiempo...? Además parece enamorado de Jenny, él… ¡son felices!- exclamé enfadada.

Cesc me miró fijamente unos segundos y tras expirar respondió:

- De tanto comportarse como un hombre enamorado, volvió a enamorarse… pero de otra mujer.

miércoles, 5 de enero de 2011

Capítulo sesenta y tres

¿De donde vengo? ¿Dónde estoy? Quizás sea LDS, quizás sean rayas, quizás petas… o quizás sea el mar.

No tenía ni idea del tiempo que había pasado en aquel lugar. Sabía que años pero no cuantos.

- Señorita, ¿desea tomar algo más? – dijo el camarero con el peculiar acento cubano que tanto tiempo llevaba escuchando.

- No, así está bien- dije yo bajando las gafas de sol negras que cubrían mis ojos para poder observar la ceñida camiseta que llevaba el joven de tal vez veinte y tantos años.

Tras tomar unas largas horas el cálido sol, decidí volver a la habitación a dormir plácidamente. Subí al ascensor, extrañada vi que ni tan siquiera el chico que se encargaba de preguntar y pulsar el botón del piso donde estaba nuestra habitación estaba en él.

Tras pulsar yo misma el piso veinte y cinco, comenzó a sonar esa puta musiquita de fondo que tanto me irritaba quemaría el ascensor solo por ello.

Abrí la puerta con la llave y entré, todo estaba recogido al contrario de cuando me había marchado a las nueve esa mañana, solo habían pasado cinco horas. De repente comenzó a sonar el teléfono me tiré a la cama y en plan niño aventurero di una voltereta en ella.

- Señorita, tiene una llamada por la dos- oí cuando descolgué el teléfono. Colgué y marqué asterisco y el número dos volviendo a descolgar de nuevo.

- ¿Eli? ¿Eres tú? Contesta por favor.

- ¿Quién es?- respondí sin expresión ni sorpresa alguna.

- Eli por favor, no hagas esto más difícil…

Colgué. Pero antes debía de asegurarme de algo y volví a descolgar.

- ¿Recepción?

- Si, dígame.

- Quiero que NUNCA me vuelvan a pasar llamadas a menos que yo lo pida.

- Está bien señorita Anderson.

Tras una corta siesta se hicieron las cuatro y sentí hambre, así pues con un ligero sombrero de paja y un pareo bajé a la playa de nuevo, y junto a ella me senté en uno de los taburetes que había en el chiringuito de ésta.

- Un mojito

- ¡Enseguida, señooorita! - acentuó exageradamente el joven musculoso de la barra.

- ¿Mojito? ¡vaya! Pensaba que eras mas de baileys.

Sobresaltada y sorprendida aquel susurro consiguió hacerme pegar un brinco del taburete donde estaba. La voz provenía de un chico rubio el cual apoyando uno de sus fuerte y tensos brazos en la barra me miraba fijamente con un toque extraño en su mirada, éste no vestía mas que el bañador color mezcla entre rosado y rojizo con pequeñas flores discretas sin llegar a ser horteras.

- ¿Quién eres?- pregunté extrañada.

- ¿Cómo que quien soy?- sonrió y rió- Sóc Gerard!- sonrió ampliamente y se levantó ala misma vez que yo lo hice echando mis pasos hacia atrás en la arena.

- ¿Qué? Oye no se quien eres, pero no llevo más que tres pesos encima- susurré asustada.

Corriendo me alejé de él a lo largo del a lisa arena de la playa dejando y perdiendo las chanclas y el pareo sobre la arena.

- ¡ELI! ¡Espera!

- ¡Déjame, ayuda! ¡Ayuda!- gritaba sin cesar y sin dejar de mirar atrás.

Llego un punto en el que vi que habái dejado de seguirme, tranquila y respirando hondo paré mire bien hacia atrás pero no lo vi, una vez segura decidí volver para recuperar mis chanclas y el pareo. La gente no paraba de mirarme mientras yo permanecía allí quieta. ¡ Pero entonces sentí como alguien con unos fuertes brazos me cargaba en su hombro derecho cual saco de harina!

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡AYUDA, POR FAVOR!- chillé.

La gente ignoraba pero no paraban de mirarnos mientras él andaba tan tranquilo por la playa a cuestas conmigo.

- Eli, por favor. Me he hecho miles de kilómetros, he cruzado todo el Pacífico, te he buscado por toda Sudamérica, para que ahora hagas que no sabes quien soy. Lo siento, sé que nos hemos hecho daño, pero lo de hace cuatro años tiene explicación- continuaba explicando mientras que me volvía a llevar hacia donde me había sorprendido.

No dije nada, hasta que en un silencio de sus mentiras aproveché y con toda la fuerza que pude acumular en una de mis piernas le di un rodillazo en sus partes… ‘nobles’. Sonreí y huí de él aprovechando como se quejaba tirado en la arena.

- ¡Espera, petite fleur..!

jueves, 30 de diciembre de 2010

Capítulo sesenta y dos

23 de Diciembre de 2017

¡Joder hermana! Hoy hace un año que no sabemos nada de ti y te hemos buscado en Nueva York, Boston y todos los sitios donde has podido estar, pero ni Abby, ni Cesc ni yo te hemos encontrado, ¿Dónde cojones estás?


Enviar.
Con este ya iban cinco mails, y esos cinco sin respuesta alguna.

- ¿Qué haces, tesorote?- me sorprendió por detrás.

Me giré y con las pupilas dilatadas exclamé:
- ¡Nasho! ¡estúpido!

Cuando comenzó a besarme un sonido nos sorprendió provocando así que cayera de espaldas y con los pies hacia arriba llevándome conmigo la silla done estaba sentada y a Nasho estrellado en el suelo retorciéndose por haberse golpeado sus partes nobles.

- ¡MENSAJE!- grité desde el suelo de donde me levanté lo más rápido que pude.

- Kristine, ¿estás ahí?

- ¡Sí hermana! ¿por qué cojones apagas el móvil? Me cago en tu puta estampa, que no sé nada de ti y Cesc y..

- ¡Espera, espera! No soy Eli

QUÉ.

- Soy Fernando, no sé si te habló de mí.

- Claro que si, pedazo de cabrón hiciste que se fuera contigo y no conocie..

- ¿Cómo? Llevo más de siete meses sin saber nada de ella, pensaba que estaría contigo.

- ¿¡ QUÉ!? OH DIOS MÍO, otra vez no.

- ¿qué? Bueno, mañana voy a Barcelona, ¿podemos quedar para hablar?

- Si, hotel vela a las 20:30, puntual.

Fernando cerró sesión desde el mail de Eli, lo cual me extrañó. Poca gente, por no decir nadie sabía alguna de sus complejas contraseñas para todo.

- ¿Nasho?- pregunté en alto al mirar extrañada y no verlo en el suelo quejándose.
- Dime chica- respondió de repente asustándome un poco. Tras sus palabras se oyó la cisterna del baño. Cuando comenzó a acercarse de forma sigilosa Eric comenzó a llorar. Sonreí.
- ¡Joder hermano!- exclamó él dando media vuelta y con cara angustiada adentrándose lo que él llamaba la sala de Chucky- quién me manda a mi meter..- se fue susurrando.

Al día siguiente tras pasar una mala noche oyendo llorar y quejarse a Nasho y Eric, si, Nasho rompía a llorar sorprendiendo incluso a su propio hijo de pocos meses por el ‘estrés’ que le causaba.

Hacía un año que pisaba de nuevo aquel sitio. Me senté en la barra y aprovechando el reflejo de las distintas copas de cristal inutilizadas de aquella barra, ya que solo pedían grandes copas para el whiskey, me coloqué mechones que había olvidado peinar.

- Joder hermano, oye quítate que no me veo, ¿sabes?- exclamé exaltada.

- Vaya, vaya… Eli te describía literalmente, hermana- oí reír detrás de mí. Se estaban aficionando a asaltarme por las espaldas y no me gustaba un pelo. Me giré y vi que, en efecto, era el famoso ‘F’.

- Encantada- me levanté para saludarle.

- Igualmente, verás al grano, tras hablar contigo preocupado llamé a… un amigo y he podido averiguar que Eli no se encuentra en Asia, Europa ni en todos EE.UU y sinceramente si al conoces en África no está.

- ¿Dónde coño está Elizabeth, entonces?

domingo, 19 de diciembre de 2010

Capítulo sesenta y uno

Todos se quedaron callados. Sin duda aquello era un buen argumento para el guión de una película.

Eli salió por la puerta y nadie dijo nada, ni siquiera se inmutaron; Jennet y Piqué se sentaron, pero éste primero en ningún momento cruzó una mirada conmigo a pesar de que yo intentaba provocarlo, Abby por otro lado estaba anonadada y Kristine… cagándose en los muertos de todos.

No podía ver como Piqué podía dejar ir a la que tanto había quedo, a la única que había conseguido sacar lo peor de él, y lo mejor a su vez de él, había conseguido lo que nadie antes había conseguido le hizo llorar, le hizo incluso cantar, le hizo sincerarse, pero… habían pasado años y ni uno ni otro eran los mismos e iban a tirarlo todo por la borda. Como si un militar se prepara toda una vida para combatir y por miedo a morir no asistiera a la guerra.

Algo que tenía claro es que lo único y más valioso que había en aquella sala era Abner.

Saqué el móvil de mi bolsillo y marqué el nombre de Eli:

- ¿Dónde estás?- pregunté cuando descolgó el teléfono,

Se podía oir claramente incluso lo que me decía Eli, ya que aquello estaba reinado por el silencio más absoluto.

- Cesc, olvídalo. Me voy en veinte minutos- colgué.

No hizo falta más palabras para, conociéndola, saber donde estaba. Me levanté dirección El Prat.

- ¿Dónde vas?- preguntó confundida Abner al ver que me levantaba tras volver a guardarme el teléfono en el bolsillo.

- A hacer lo que otros deberían hacer- dirigí la mirada a Piqué, el cual deslizó la suya al suelo de nuevo o toqueteaba su iPhone sin hacer nada efectivo. Desconocía que aquel fuese el Geri que conocía.

Me levanté, pero antes de salir por la puerta por la que antes había salido Eli me paré frente a la silla de Piqué.

- ¿Vienes?- intenté por última vez y apoyé mi mano sobre su hombro. Tras un silencio respondió.

- No tengo nada que hacer- respondió sin tan siquiera mirarme mientras apartaba mi mano de su hombro.

- Déjame tu coche- casi impuse.

- No, G- interrumpió Jennet

- ¡CÁLLATE!- grité cual rugido de un león. Aquello me afectaba demasiado.

Como he dicho, todos lo allí presentes no valían una puta mierda, exceptuando a Abner.

Finalmente llegué al Prat- con el coche de Piqué- y sabiendo que viajaría a Bilbao busqué en la pantalla su vuelo: quedaban cinco minutos. Debía darme prisa para convencerla de que volviera con nosotros.

Allí la vi, era notable donde estaba con sus miles de maletas rosadas siempre tan… Eli. Corrí hacia ella.

- ¡Eli!- exclamé a lo lejos evitando que así se fuera.

- ¡Cesci! ¿Qué haces aquí?

- No te vallas Eli, ¿de verdad vas a irte por la muy…de tu hermana? ¿A estas alturas te duele lo que intente con sus mentiras?- echó a reir.

- ¡Para nada! Cesc, ya tenía previsto esto con Fernando y sinceramente no me apetece ver al que será mi ‘sobrino’ y tener que de cuñado a Geri. Para mi Jennet no existe-aclaró- Además quiero de verdad a F- se sinceró.

- ¿Pero y Kristine? Esta noche delante de todos iba a pedirle matrimonio a Abby.

- ¡Oh Cesc! Es genial, hazlo- me animó- pero… yo aquí no tengo nada que hacer- aquello me recordó a lo que antes había pronunciado Gerard al mencionarla- pero que no te quepa la menor duda que iré a vuestra boda – sonrió- ¡ah! Dale esto a Káh- sacó una nota de su abrigo- no la leas-advirtió- que nos conocemos- sonrió de forma que se podía ver su tristeza en sus ojos.

- No puedo hacer nada, ¿no?

- Me temo que no. Lo siento.

- Te quiero, Eli- la abracé.

- Y yo a ti, Cesc.

Y allí se fue, partiendo hacia el país vasco. Era triste ver como se perdía la compañía de una tan buena amiga por la poca hombría de otros.

No sería fácil olvidarla, otra vez.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Capítulo sesenta

Llamé a Kristine una y otra vez cuando el despertador sonó a las diez de la mañana, pero ella siempre tan directa y sin complejo alguno por que se enterase todo el mundo cambió su mensaje del contestador exclusivamente para mí.

Eli, se que eres tú, y no, no te voy a decir el motivo por el que quiero cenar con vosotros. Así que jódete esperando hasta esta noche porque lo único que oirás de mi hasta este momento es el mensaje de mi contestador y tu rabia porque no te cojan el teléfono. Chau, chau!

Sabía perfectamente que aquello llevaba la más grande de las ironías.

Así que una vez vestida dispuesta a presentarme en su casa, me di cuenta de que la muy cerda no me dijo donde se alojaba, llamé a Cesc.

- ¿Si?- parecía que acababa de despertarse.

- ¿Dónde está Kristine?

- ¿Eli? ¿Para eso me llamas? Yo que se- oí una risa de fondo.

- ¿Está Abby contigo?- no esperé a que me respondiese- pásamela.

- Ehm… no creo que… pueda, está durmiendo, pero Piqué si lo sabe- A veces se me olvidaba que Cesc sabía como dar en el clavo. Cabrón.

- ¿Lo sabes?- eché a reír- tendrías que haber visto como gritaba por el pasillo: ‘¡ELIZABETH!- le imité- no sé como no le echaron del Palace- él rió, pero no era estúpida- y Cesc… nos conocemos demasiado como para que a estas alturas me eches esas mentiras.

Rió de nuevo.

- Baja, pero llama y no abras con horquillas, que nos conocemos y esto va a cuenta del club.

- Vale- sonreí satisfecha.

- Pero espera a que…- colgué. No me interesaban los detalles.

Una vez terminé de maquillarme cogí mi bolso y al mirar hacia el espejo que había al lado de la puerta pude ver que no me había peinado. Antes de bajar a la habitación de Cesc decidí darles tiempo bajando antes a desayunar.

Un consejo; si os alojáis en el Palace alguna vez lo mejor es amenazar con la imagen del hotel, ¡os darán desayuno a la hora que queráis!

Cuando me senté una vez ya con mi taza de capuchino en una mesa con vistas a la terraza desde donde se podía ver como los catalanes al igual que los neoyorkinos iban estresados corriendo de un lado para otro.

- Ehm… ¿eres ¡ELIZABETH!?- ésta última palabra la imitó de la misma manera que lo había hecho Geri.

Supe que no era Carles, ya que su voz era tímida, me giré para comprobar quien era.

- Ehm.. Supongo que si.. ¿eres…- me quedé mirándolo fijamente reconocí que era el chico del ascensor gracias a sus ojos verde esmeralda- ya veo, el del ascensor. Si vienes a decirme puta o algún insulto semejante puedes irte niño – le miré de arriba abajo con desprecio sin soltar la taza de la que bebía- puedes irte, digo- repetí al ver que no se inmutó.

- No, no solo me ha chocado. Todo el hotel, bueno al menos todo el equipo oyó la disputa vio… el final- rió tímidamente- nos sorprendió que alguien, sobretodo una mujer, pueda enfadar de esa manera a Piqué.

- Bueeeno…- le quité hierro al asunto, me estaba cansando del niño.

- Soy Bojan- se sentó en la silla libre que había en mi misma mesa.

- Y esa es mi silla- le sonreí. Rió.

- Vaya, ya veo; chica dura.

- Adeu- sonreí y se fue riéndose.

Nunca había visto que echen a un hombre y se fuera riendo después de ello, pero mira que llegaban a ser raros esos catalanes.

Subí tras terminar el capuccino. Como había prometido a Cesc no utilicé mis útiles e imprescindibles horquillas, mas que mis manos para abrir la puerta, la cual estaba entreabierta lo que me pareció muy extraño. Entré.

- ¿Cesc? ¿Abby?

Tras pasar un mini pasillo llegué a ver la cama que presidía la habitación.

- ¡AAAH!- chillé.

- ¡HOSTIES!- exclamó él quitándose los grandes auriculares. Estaba tumbado en medio de la cama escuchando música.

Tras de mí oí risas acompañadas del sonido de la puerta cerrándose.

- … - me quedé callada.

Aquello tenía nombre: putada.

- ¿Tan fácil te dejas engañar, Eli?

- No creo que tú hallas venido por ti mismo.

- Tú eso no lo sabes.

- Solo basta con ver que grito de nena has pegado: ¡hosties!- imité agudamente.

Pude ver como una línea curva entre dejaba ver sus dientes… ¿sonrisa?

- ¿Qué propósito tienen?- rompí el silencio que se creó minutos atrás.

- ¿Qué te emborraches? Me han dicho por ahí que es tu afición- dijo el muy hijo de puta.

Tranquila Eli. Era veintidós de diciembre y antes de irnos tenía que jugársela, no podía caer en sus palabras dañinas.

- La misma que tu a los gatillazos- tras esto me dirigí a la puerta.

En efecto, estaba cerrada. Pero ya fuese electrónica, de acero o de hace tres siglos mis técnicas seguían siendo eficaces. Salí de allí y tropece al abrirla con Cesc y Abby escuchando, le dí al abrir al puerta en la cabeza a Cesc.

- Jódete.

Eran las seis de la tarde, paseé por el paseo de Gracia buscando algo que ponerme esa noche, llevaba desde la una sin comer y buscando por miles de tiendas.

De repente el móvil comenzó a sonar.

- Joder, Cesc, ya te he dicho que no me enfado- contesté esperando que fuese otra vez él.

- ¿Qué?- rió.

- ¡F! ¡Mi amor! ¿Qué tal por Bilbao?

- Bien, cariño ¿Qué haces por allí?

- Buscar un vestido. Kristine, ¿recuerdas de la chica que te he hablado tanto de ella? Pues ha venido y ha organizado una cena- sonreí ilusionada de forma estúpida.

- Que bien! Verás Eli… estoy con mis padres y hasta el día uno no tengo partido y… me gustaría pasar este tiempo también contigo… pero en Bilbao. No me apetece ir a Barcelona, entiéndelo.

- ¡Me encantaría!- respondí sin dudar ni un segundo- salgo esta misma noche.

Me hacía sentir diferente. Nunca me había sentido de aquella manera.

- ¡Joder, ya era hora!- exclamó Káh al verme aparecer.

Me sorprendió mucho ver allí a Sergy sentado al lado de Abby. Era masoquista o algo. Cuando ya me había sentado al lado de Cesc y Káh y estábamos riendo y contando anécdota me fijé que había una silla más.

Oh no.

Entonces una ‘grata’ sorpresa apareció, mejor dicho dos.

- Eh, venga Káh, ¿algo más?-exclamé frustrada al ver aparecer a Jenny con Gerard. Hice hincapié para levantarme pero Cesc me sujetó por la muñeca.

- Venga, si, vete- alentó J.

- A dormir, bonita. Pero antes desmaquillate, osito panda.

- ¡ESPERAD, ESPERAD! ANTES DE QUE LA LIÉIS MÁS QUEIRO DECIROS ALGO- exclamó Káh, pero seguimos discutiendo y gritando a pesar de su petición- Bien… estoy embarazada- casi susurró, pero lo oímos notablemente.

El silencio reinó y todas las miradas se dirigieron a Kristine.

Pero no contenta y ambiciosa por ser el centro de atención…

- Ya somos dos- añadió Jennet abrazando por el brazo a Gerard, el cual miró hacia otro lado, cuando todos los miramos.. Pude ver como se regodeaba al decir cada un de esas palabras mientras acariciaba su vientre aun plano.

Ya no podía más, ¡si hombre! ¿y que más? Cogí mi bolso de la silla y la chaquetilla que me había comprado a conjunto esa misma tarde y me dirigí a la puerta añadiendo:

- No sé vosotros pero yo tengo un vuelvo a Bilbao- exclamé cuando salía por la puerta.

- ¡Eli, Eli, Eli! ¡Joder hermano!- gritaba Kristine.