domingo, 23 de enero de 2011

Capítulo sesenta y cinco

- ¡Qué! ¡No me puedes hacer eso!- Me levanté gritando enfurecida.

- ¿Qué? ¿A ti? ¿por qué?- preguntaba escéptico.

- - Pero, ¿es que no lo entiendes? Gerard, no puedes ir, ¡NO! Todo es mejor sin ella, tú, Jennet, Rachel... Todos somos felices sin ella. ¿de verdad quieres que volvamos a pasar lo mismo, ahora que por fin se había acabado? Gerard... si vas, todo la felicidad que has construido para tí mismo, para Jenny, para la pequeña Rachel, para mi, para Cesc... caerá cual las torres gemelas, dejando errores por todos lados, y sobretodo con mucha desgracia.

Angustiado, y mas tranquilo que cuando había llegado miró a Cesc esperando una respuesta, un consejo. Éste, solo miró al suelo. Sabía que llevaba razón.

- Abby, déjalo- dijo al fin.

- ¡NO, CESC!

- Abby, si, puede que tengas razón pero así- negó con la cabeza- no soy feliz.

- ¿¡Y con ella si!?- exclamé escéptica.

¡Cómo se podía ser tan hipócrita!

- ¿Y la boda?- pregunté.

- Gerard solo juró que se casaría con una persona, y fue hace más de diez años.

- ¡Per…!

- ¡ABNER! ¡Vale ya! ¡Deja de pensar en ti misma solo por un momento, por tu felicidad y por lo que pasará! ¡No voy a volver a tirarme a Eli, si es lo que te preocupa!- un silencio reinó durante lo que parecieron horas unos segundos.

Me dolía volver a oír aquello por segunda vez, a pesar de que aquello fue diez años atrás. Tanto Gerard como yo miramos hacia otro lado, y es que aquello era más enrevesado que los asuntos internos del gobierno.

- No tenías que remover la mierda, Cesc- desafió con la mirada Gerard a éste último. Una mirada que nunca antes había visto por parte del rubio- Me voy- se despidió.

Una vez Gerard marchó, tanto Cesc como yo no nos molestamos en esbozar ni una sola palabra el uno al otro.

Al cabo de un rato me senté junto a él en el sofá para leer un libro de nombres vagamente.

- Por qué- rompió el hielo al fin.

- ¡Pero por qué, el qué!

- ¡Por qué vives en el pasado, joder!

- Porque te quiero- confesé, y una silenciosa lágrima discurrió por mi mejilla.

Se acercó a mi y me besó leve pero intensamente. Había llegado unmomoento en el que no podía enfadarme ni dos minutos con él. Aquello acabaría matándome. ME abrazó, yo imité su gesto.

- Explicame por qué, Cesc…

- Ab… ¿sabes? Lo suyo no es tan fácil como parece… tú no sabes todo lo que pasó, tanto uno como otro acabaron matándose, solo hay que mirarlos. ¿Gerard? Si, vale ha tenido fama ha salido adelante pero por dentro… está vacio, y ¿Eli? De bar en bar con una borrachera, cada uno a su manera. Están muertos por dentro.

- Llámame egoísta, pero quiero ser feliz, quiero serlo ¡contigo! Y no quiero volverte a ver separado de mí, Cesc… no quiero decirte adiós, no se me da bien…

- Eso no pasará, ya lo dije…hasta la muerte.

Al cabo de unos segundos susurré:

- Impídeselo

0 comentarios:

Publicar un comentario