- Enhorabuena, está usted embarazada- sonrió alegremente la joven doctora.
- ¿¡En serio!? ¡Eso es genial, cielo!- exclamó entusiasmado seguido de un fuerte abrazo bajo la atenta mirada de la médico.
- Yo… voy a comprobar unos papeles- se excusó ella para dejarnos a solas.
No sonreí ni exclamé nada, aunque claro tampoco me podía sorprender mucho si llevaba un par de semanas vomitando y una persona con un poco de sentido común lo deduciría, ¿Qué por qué no puse ni una pizca de entusiasmo? Francamente sabía que aquello tendría un mal final.
Pero él no era tonto y se dio cuenta.
- Abner, ¿Qué te pasa cielo?
- Ehm… nada- sonreí forzadamente.
- ¿Estás bien?- insistió.
- Si, futuro papá- le puse entusiasmo a esto último.
Una vez llegamos al nuevo apartamento que ocupábamos desde hacía dos años en las proximidades al Camp Nou, donde Cesc insistió mucho en comprar el piso cerca de allí decía que era una forma de estar unido en todo momento en lo que fue y lo que era en ese momento. La doctora nos contó que estaba de tres semanas o por ahí andaba la cosa, y resultándome extraño vi como Cesc estaba muy ilusionado con la idea de ser padre, ¿Qué por qué me resultaba extraño? Porque él, Gerard y Carles desde que cuatro años atrás habían vuelto a estar juntos eran como auténticos niños pequeños todo el día haciendo bromas, en especial Gerard, yendo a ver el fútbol a casa de Carles, y viniendo a casa a hacer tortitas y llenando todo de chocolate que más tarde les obligaba a limpiar, pero eran felices y si a él le gustaba la idea de ser papá, todo era excelente.
- Ven, vamos, espera yo te abro- dijo él abriendo la puerta.
- Cesc, que estoy embarazada no inválida- reí, él sonrió avergonzado- Oh, tonto- exclamé al ver como se enrojeció y le di un leve beso.
Pues si, estaba feliz y estaba harta de que mis acorazonadas me impidieran disfrutarlo. Pero sin duda hubo algo que hizo que todo fuera a mejor, todo, absolutamente todo. ¿Que qué era? Que Elizabeth desapareciera.
Cesc había cambiado mucho, a mejor claro, había dejado de ser un mujeriego, se preocupaba por los demás, se divertía con sus amigos, y lo mejor es que tenía buenos amigos, e incluso Gerard había mejorado tras la marcha de Eli, ahora cuidaba de Jennet y Rachel, su pequeña, ahora era divertido, cordial, nada arrogante, y todos éramos buenos amigos.
El móvil comenzó a sonar.
- ¿Lo cojo yo?- preguntó desde la cocina Cesc.
- Tranquilo, pollastre, ja vaig jo.
¡Se me ha olvidado decir que aprendí a hablar la lengua, tanto catalán como español! Todo iba a mejor, definitivamente.
- ¿Kristine?
- No, tu padre- ironizó.
- ¿Qué pasa?
Hacía unos cuantos meses que no sabía nada de ella y tampoco del pequeño Eric ni Nasho.
- Es Elizabeth.
- ¿Qué ha pasado? Si está borracha, no me interesa, adee..
- Ha desaparecido- sentenció completamente seria.
- Que va, estará con Fer o habrán discutido y estará empinando el codo.
- No, hoy he estado con él, y no sabe nada de ella hace unos meses. Mañana voy a visitarte, ahora tengo que colgar.
La voz de Kristine no tenía ni un ápice de broma, y cuando Kristine hablaba en serio, era muy pero que muy serio, tanto que no había dicho ni un ‘¡joder hermana!’
Es entonces cuando sonó repetida y nerviosamente el timbre.
- Voy- exclamó Cesc aún con el delantal de cocina dirigiéndose a la puerta mientras yo me paraba a pensar lo que me acababa de contar Kristine.
- ¡Geri! ¡Qué pasa, tío!
- Cesc, tío, ¿tienes tú el número de aquel tío de Cuba?- exhalaba repetidamente, parecía sofocado.
- Ehm… si, ¿por? ¿Qué pasa?
Una vez recuperó la compostura contestó:
- Me voy a buscar a Elizabeth- sonrió.
- ¿Cómo puede ir tras ella después de tanto tiempo...? Además parece enamorado de Jenny, él… ¡son felices!- exclamé enfadada.
Cesc me miró fijamente unos segundos y tras expirar respondió:
- De tanto comportarse como un hombre enamorado, volvió a enamorarse… pero de otra mujer.


0 comentarios:
Publicar un comentario