lunes, 6 de septiembre de 2010

Capítulo veintisiete

17 de Noviembre, 2012.

- ¡Joder hermano! veeenga por Dios- suplicaba Kristine a Beth.

- ¡Que no! le prometiste a Nasho que lo harías! se acabaron las drogas para siempre- agitó el móvil de Kristine, mostrándole así el fondo de pantalla en el cual salía con el en aspecto muy cariñoso. La mirada de Kristine bajó al suelo.

- Vale, vale!- levantó al mirada y dijo más animada y sonriendo- Pues voy a dibujar- añadió con un gesto de indiferencia.

Era increíble como Kristine a partir de conocer a ese chico cambió completamente, pero sin dejar de ser ella misma.



- ¡Vamos Elipower!- acompañó Kristine con un rápido movimiento de cejas- ¡cuéntanos que pasó ayer en tu casa con John!

-¡ Eso, eso!- me animé al fin y me incorporé a la conversación después de observarlas como hablaban de cosas que en el fondo ni me iban, ni me venían. Esa tarde la pasamos en casa de Beth.

- Pues..- alzó la vista al cielo y se tumbó sobre su cama- es... como nadie- agudizó su voz.

- ¡Joder hermana, parece que te ha Navaseado, eh!- le dió un pequeño codazo.




Dos días más tarde, Beth y yo fuimos a un muelle situado a las afueras de Boston, por donde un pequeño riachuelo.

- ¿Sabes? Si una cosa he aprendido es que el tiempo no tiene demora, pasa y pesa..- dijo ella rompiendo el calmado silencio que había entre nosotras.

- ¿Te refieres a...?- pregunté dubitativa.

No respondió. No dijo nada, pero supe que hablaba de él. Ya hacía un año que se había marchado, y Beth, también había cambiado.




Solo quedaba una semana de clase. Kristine se iria a Francia a estudiar fotografía con Nasho- él también lo iba a estudiar, eran tal para cual-¿ y Beth? se iría a Nueva York a estudiar empresariales y quizás algún curso de algo interesante.

.. ¿Y yo?. Yo estaba perdida en un laberinto de tinta.


22 de Noviembre, 2012

Solo dos días más. y yo aún no tenía ni idea de que hacer con mi vida. Aunque desde hacía un año mi vida había perdido el rumbo.

- ¡Hay una carta para tí, Abby!- entró gritando en un descanso de clase Marissa, que se encargaba del correo de allí- ¡Es de Cesc Fàbregas!

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